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Emociones

Cómo dejar de sentir culpa por descansar

Por Daniel Molina Deja un comentario

Cómo dejar de sentir culpa por descansar

Sentir culpa por descansar

Las exigencias de nuestro entorno, y las nuestras propias, hacen que a menudo hagamos más de lo que realmente podemos abarcar. Creemos que podemos con todo, y a veces creemos que no tenemos más remedio que estar en la brecha, pero lo cierto es que todos tenemos unas energías limitadas, y el día tiene 24 horas, así que es imposible intentar mantenernos activos en todo momento. Debemos aprender a desconectar, y debemos descubrir cómo dejar de sentir culpa por descansar, como veremos en este artículo.

Vivimos en una sociedad donde debemos dar más del 100% de los que podemos dar. Las exigencias son titánicas, y nos sumergimos en la necesidad de estar en todo momento en activo. Si descansamos, o decidimos desconectar, suele significar para nosotros un fracaso, y lo peor, nos sentimos totalmente incapaces. Es una percepción de nosotros mismos muy peligrosa. Nadie puede estar siempre en la brecha, y todos necesitamos nuestro momento para nosotros, y para descansar. 

A veces esas exigencias son autoimpuestas, nos creemos en la obligación de estar en todo, y forzamos nuestro cuerpo y nuestra mente hasta que nos rompemos por completo. Algunas veces esas exigencias proceden de nuestro entorno. Un entorno que nos exige estar siempre activos, y si no estamos a la altura, o nos encontramos agotados, comenzamos a percibirnos como personas no válidas, cuando eso no es cierto. Quizás deberíamos respetarnos y cuidarnos más. Somos nuestra responsabilidad, y debemos mirar por nosotros mismos, y no destrozarnos exigiéndonos demasiado, o intentando cumplir las expectativas de los demás. Debemos aprender a cómo dejar de sentir culpa por descansar.

Causas de sentir culpa por descansar

Los primeros en juzgarnos y criticarnos somos nosotros mismos. Es cierto que todos tenemos muchas exigencias a diario. Tenemos exigencias en el trabajo, en los estudios, con la familia, o con la pareja. Pero cuando nosotros nos marcamos exigencias que están fuera de nuestras posibilidades, entonces comenzamos a sentirnos mal si no podemos dar el 100%, ya sea por cansancio, agotamiento o por falta de tiempo. Así que somos los responsables de crearnos ese malestar. Nos exigimos demasiado porque creemos que tenemos que estar siempre activos para sentirnos bien, pero eso no es así. El descanso es siempre necesario, como veremos en este artículo.

Luego tenemos que tener en cuenta las exigencias de los demás. Hay veces que todo nuestro entorno espera que estemos siempre disponibles. Es un modo egoísta de tenernos siempre a disposición de las personas que conforman nuestro núcleo más cercano. Intentar hacer más de lo que realmente podemos abarcar hará que acabemos por destruirnos por completo. Con frases tales como: “si él puede, tú puedes”, “no pierdas el tiempo”, “aprovecha el momento”, etc., son frases que nos lleva a considerar que debemos estar en todo momento al pie del cañón, sobrecargándonos y llevándonos al agotamiento mental y psicológico.

Si una persona se ha desarrollado emocionalmente en la exigencia, cuando es adulto siempre querrá estar en activo para sentirse bien. Tomase un descanso, lo verá común signo de debilidad, y le hará percibirse como una persona incapaz. También tiene que ver los casos que los demás nos exigen, haciéndonos creer que debemos estar siempre a disponibles para ellos. En estos casos afloran la manipulación y el chantaje. Quien nos exige, hará todo lo posible para que hagamos aquello que desea o quiere, incluso manipularnos, chantajearnos o incluso utilizar al abuso para ello.

Por último, también hay casos donde la persona responde a las exigencias para evitar implicarse en todo lo demás. Es decir, todos tenemos claro el ejemplo de la persona que responde a todas las exigencias de su trabajo, para no ir a casa, y no enfrentarse a los posibles problemas que pueda tener con su familia. Todos esos casos son dañinos para nuestra salud emocional y física, y es por ello, que debemos aprender cómo dejar de sentir culpa por descansar.

Consecuencias psicológicas de no descansar

Cuando sometemos a nuestra mente y a nuestro cuerpo a un sobreesfuerzo, al final acabamos por rompernos. Tenemos que entender que todos poseemos una energía limitada, y disponemos de solo 24 horas cada día. Intentar hacer más de lo que podemos abarcar conlleva ciertas consecuencias psicológicas que deberíamos tener en cuenta, como es sufrir estrés. Si estamos expuestos a un estrés elevado durante un tiempo prolongado, ello nos llevará a desarrollar un cuadro ansioso. La ansiedad es una de las consecuencias de intentar hacer más de lo que podemos, y sufriremos todos sus síntomas, hasta que no bajemos el nivel de exigencia.

Estar siempre activos acarrea que acabemos agotados, tanto a nivel físico como mental, y ese cansancio siempre se traducirá en una bajada del estado de ánimo. La depresión es una consecuencia muy común cuando estamos haciendo un esfuerzo superior al que podemos soportar. La tristeza y la falta de motivación que podemos sentir al estar tan agotados, nos puede llevar a desarrollar un cuadro depresivo grave.

Verse sobrepasado por las exigencias tiene un efecto directo en nuestra autoestima. Si nos vemos incapaces de alcanzar los objetivos que nos hemos o nos han impuesto, hará que nos percibamos como personas poco válidas, y nuestra autoestima bajará drásticamente. Además, favorecerá la aparición de emociones tan negativas como son la tristeza, la ira, o la culpa, entre otras. Para no sufrir todas estas consecuencias debemos aprende cómo dejar de sentir culpa por descansar.

Las exigencias de nuestro entorno

Vivimos en una sociedad en la cual debemos estar siempre activos, y ser lo más productivo posibles, para sentirnos bien y realizados. Todos tenemos nuestras propias exigencias, y las exigencias de todo nuestro entorno. La familia nos exige ciertas cosas, el trabajo también, y así en todos los ámbitos de nuestra vida. Pero nadie nos dice que debemos descansar. Por nuestra salud y por nuestro bienestar. Estamos en una cultura competitiva donde debemos estar siempre en la brecha, si no se nos puede considerar como una persona poco válida o incluso, fracasada.

Toda nuestra cultura está diseñada para entregar siempre más de un 100% de nosotros mismos. Quien necesita descansar, se puede considerar en ciertos entornos, como una persona débil, incapaz de hacer hasta las tareas más cotidianas. Nadie repara en la necesidad del descanso, y quien asume esas exigencias acaba por sobre esforzarse, cayendo en una espiral de cansancio extremo y necesidad por cumplir las expectativas. Esa trampa nos llevará a sufrir ciertos trastornos como la ansiedad y la depresión, como hemos visto en el apartado anterior. Lo cierto es que debemos aprender, cómo dejar de sentir culpa por descansar.

Hay personas que, debido a un entorno hostil, acaban por estar siempre activos, y no pensar en exceso. Todos conocemos a personas que acaban, por ejemplo, dedicándole todas sus energías al trabajo con tal de no acudir a su casa, y afrontar todos los problemas que allí tiene. Para estos casos, estar en activos es un modo de huir, y de evadirse del dolor. Pero aun así, las personas que se autoexigen más de lo que pueden hacer, acaban por destruirse por completo. El cansancio y el agotamiento hace que todo nuestro mundo cambie, y percibamos todo de un modo negativo.

Cómo dejar de sentir culpa por descansar

Debemos comenzar a cuidarnos. Mirar por nosotros no es de ser personas egoístas. Tenemos que mirar por nosotros mismos, porque somos nuestra responsabilidad. No podemos exigirnos más de lo que podemos abarcar. Todos tenemos unas capacidades y energías finitas, y no podemos hacer más de lo que podamos llegar a hacer. Tampoco debemos caer en la trampa de asumir por completo las exigencias de los demás. Podemos llegar hasta donde nuestras capacidades nos permitan.

Para nuestra salud mental y física necesitamos el descanso, y debe ser de calidad. No podemos descansar correctamente si hemos estado expuestos a un gran nivel de exigencia, y de estrés. Por lo tanto, necesitamos un tiempo para nosotros mismos, y de ese modo poder desconectar. Debemos aprender a distinguir que podemos abarcar y que no, y de ese modo delegar cuando estemos sobrepasados por todas las actividades que llevamos a cabo. 

Si quieres tener un buen descanso, hay que aprender primero a diferenciar entre lo urgente y lo importante, que no siempre van unidos. Hay actividades y rutinas que tenemos que realizar cada día. Son tareas obligadas como es el trabajo. Esas hay que hacerlas sí o sí. Pero el resto podemos dejarlas a un lado, o solamente hacer aquellas que son importantes. Tener un día organizado nos permitirá tener una mente organizada, y podremos sacar el tiempo que necesitemos para descansar. Y sobre todo quitarnos de la cabeza que las personas que necesitan descansar son flojas o débiles. Son personas responsables, porque estar siempre en activo significa enfermar en un momento u otro. Así que, debemos aprender a descansar sin sentir culpa, ni sentirte una persona no válida. Cuídate, ya que eres tu responsabilidad. ¡Adelante!

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

Publicado en: Emociones

Consecuencias psicológicas por no salir de casa

Por Daniel Molina 1 comentario

Consecuencias psicológicas de no salir de casa

Cuando dejamos de salir de casa

Nuestro hogar se convierte también en nuestro refugio. Nada malo puede ocurrirnos entre las paredes de nuestra casa. Para algunas personas, su morada se convierte en su zona de confort, donde nada pasa, y donde no estamos expuestos a ningún peligro inminente. El hecho de aislarnos conlleva un precio emocional, es decir, unas consecuencias psicológicas por no salir de casa.

Igual que hay personas que necesitan salir, y experimentar el mundo que hay afuera, hay otra serie de personas que les aterra, por el motivo que sea, exponerse a todo lo que les puede ocurrir cuando salen de casa. Esos miedos e inseguridades les hace aislarse cada vez más, hasta generar un gran malestar emocional y psicológico, como veremos en este artículo. Al final, todo aquello que no podemos controlar nos asusta de tal manera que nos paraliza.

Salir de casa es fundamental para la buena salud tanto física como mental. Todos necesitamos relacionarnos, experimentar, y tener nuevas vivencias. Estamos diseñados para movernos, no para estar quietos y aislados. Así que factores como el miedo, no nos pueden empujar a quedarnos en nuestro hogar. Si caemos en esa trampa tendremos serias secuelas psicológicas por no salir de casa. 

Causas de no querer salir de casa

La causa principal para no querer salir de casa es el propio miedo. El miedo nos paraliza, y nos hace buscar un refugio donde nos sintamos protegidos. En este caso, el hogar se convierte en una zona de confort difícil de abandonar. Quien tiene miedo a exponerse al mundo exterior acaba por aislarse, y eso siempre tiene un precio emocional, empeorando aún más el estado psicológico de quien sufre esta clase de temores. Y entre las principales causas de no querer salir de casa por el miedo están:

  • Personalidad introvertida. La persona que es tímida, y no sabe como gestionarla adecuadamente, evitará por todos los medios exponerse a todo lo que teme, que en este caso sería el hecho de relacionarse con los demás. No es tanto el miedo a salir de casa, como el miedo a tener que hablar con alguien, aunque son miedos que están estrechamente relacionados.
  • Padecer algún trastorno. Las personas que sufren algún tipo de trastorno, como son: el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad, la depresión, agorafobia, o fobia social, ello les llevará a no querer salir de su casa. La falta de motivación, el miedo, o la apatía son síntomas propios de estos trastornos que favorecerán que la persona que los sufre no quiera aventurarse fuera de su casa. 
  • Comodidad. Hay personas que quizás trabajen en casa, o se sientan muy cómodos en su propio hogar, y no necesiten salir a la calle. Pero al final, esa comodidad nos puede a llevar a padecer serias secuelas psicológicas por no salir de casa, como puede ser la ansiedad o la depresión. Tenemos que salir, y experimentar todo aquello que nos proporciona el mundo exterior. 

Las conductas insanas de no salir de casa

Cuando una persona decide quedarse en casa, lo primero que hace es establecer unas rutinas propias para todo. Se presta más atención a la hora de descansar y comer, y menos en el cuidado de uno mismo.  Al no tener esa exigencia de estar limpio y aseado, porque estamos aislados, las personas que se queda en casa comienzan a despreocuparse de todo lo que tenga que ver con sus propios cuidados. Ya no tendrán interés en su higiene, ni es su aspecto físico, y eso siempre genera ciertos malestares psicológicos y emocionales.

Si una persona se queda varios días en casa, e incluso semanas, comenzará a descuidar su higiene, con todo lo que ello conlleva. Pero también comenzará a tener sus propios horarios para, por ejemplo, comer o dormir, y ese caos al final conllevará sufrir las consecuencias psicológicas por no salir de casa. Es totalmente perjudicial quedarse en casa, y limitar nuestras vidas a las paredes de nuestro hogar. Es cierto que podemos tener algo de alivio psicológico, pero el miedo hay que afrontarlo, nunca evitarlo.

Nuestro organismo, y sobre todo nuestra mente, siempre funcionan mejor cuando tenemos nuestro día a día organizado. En estas rutinas también está el hecho de salir, y relacionarse con los demás. Quien no sale de casa, carece de una rutina organizada, y por tanto, ese caos le llevará a soportar los días con angustia y desmotivación. No podemos caer en esa trampa, y comenzar a salir todo lo que necesitemos. Somos nuestra responsabilidad, y quedarnos en casa solamente nos hace daño, tanto a nivel físico como emocional.

Consecuencias físicas de no salir de casa

Quedarte en casa siempre nunca es una buena opción. Una inactividad prolongada puede llevarnos a aumentar de peso, y a perder masa muscular. Ese hecho nos llevará a sufrir ciertas dolencias físicas como la acentuación de dolores musculares, cefaleas, o mareos continuos, entre otros. El ser humano está diseñado para moverse, y no quedar mucho tiempo inactivo. Todas esas reacciones físicas, por el aislamiento, tiene su repercusión en el plano psicológico o emocional.

Otra de las consecuencias físicas más comunes de quienes deciden moverse de casa, es que padece una deficiencia de vitamina D. Sin obtener esta vitamina de los rayos del sol, comenzaremos a padecer una fragilidad extrema en nuestros huesos, y podemos llegar a sufrir ciertas enfermedades cardiovasculares, y diabetes. Además, sin esta vitamina tan necesaria, comprobaremos que nuestra piel se vuelve más pálida, y podemos sufrir alteraciones cutáneas como eccemas, o heridas. También podemos sufrir un incremento de nuestras arrugas.

Consecuencias psicológicas por no salir de casa

Lo primero que puede experimentar una persona cuando decide no salir de casa, es una bajada de ánimo muy brusca. La inactividad y la falta de motivaciones pueden favorecer la aparición de cuadros depresivos, que aún agravarán más la situación, y la persona que lo padece carecerá de las energías suficientes para salir al exterior, e incluso para hacer las tareas cotidianas. En definitiva, caerá en una profunda apatía y tristeza.

Otra consecuencia que conlleva el hecho de dejar de salir de casa, es un empeoramiento de la autoestima. Verse incapaz de hacer cosas, y de relacionarse, agravará más la percepción negativa de uno mismo. Sin motivaciones, el autocuidado se verá comprometido, y nuestro aspecto físico no será el ideal, percibiéndonos como personas totalmente incapaces o poco válidas. Unos sentimientos capaces de destruirnos por completo, y que se intensificarán aún más con el aislamiento.

El miedo nos puede empujar a no salir de casa. Nos puede llegar a aterrorizar, exponernos a todos los peligros e incertidumbre que conlleva el hecho de salir de casa. Ese miedo nos hace angustiarnos, y ello siempre nos llevará a padecer ansiedad. Para dejar de sufrir la sintomatología tan grave de este trastorno, las personas que lo sufren, intentarán controlarlo todo. Estar en alerta para prever posibles peligros, y eso les prohibirá salir de su hogar. Es una de las consecuencias psicológicas por no salir de casa más comunes.

El aislamiento, aunque sea voluntario o por el padecimiento de cualquier trastorno, nos llevará a padecer una distorsión cognitiva grave. Es decir, los pensamientos negativos recurrentes serán una realidad, y ello empeorará nuestro estado de ánimo. Además, la aparición de emociones tan negativas como la tristeza, la ira, o la rabia serán una consecuencia directa de estar en esa situación. Realmente, el estado psicológico de una persona que no sale de casa se verá seriamente dañado, necesitando de todo el apoyo y la ayuda psicológica que pueda recibir, para vencer sus miedos, y poder sentirse bien de nuevo.

Cómo afrontar las consecuencias psicológicas de no salir de casa

Si notas la necesidad de aislarte y de quedarte en casa, deberías reflexionar acerca de la razón que te empuja a hacerlo. Es importante que identifiques las causas de tu negativa a salir fuera de tu hogar. Si sabes que te paraliza sabrás como puedes afrontarlo. No puedes caer en la trampa de no salir al exterior, y quedarte siempre en esa zona de confort en la que se convertirá tu hogar. Cuando te veas en esa situación lo mejor que puedes hacer es pedir ayuda. La terapia te ayudará a sentirte bien de nuevo afrontando todos tus miedos y sufrimiento. Al quedarte en casa, solamente agravará más malestar psicológico. Así que, apuesta por la terapia, y vive sin limitaciones. ¡Adelante!

 

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

Publicado en: Emociones

El silencio como manipulación

Por Daniel Molina Deja un comentario

el silencio como manipulación

Dejar de hablar a alguien como castigo

Hay personas que conocen lo efectivo es dejar de hablar a alguien como castigo. Si no obtienen lo que quieren de esa persona, o simplemente quiere castigarla por algún motivo, entonces deja de hablarle. Es un modo de ningunear y hacer el vacío a la otra persona, que le empuja a hacer lo que sea pro recuperar la relación con quien le ha quitado la palabra. Al final, el silencio como manipulación es realmente efectivo, ya que logra que las víctimas acaben sometiéndose a la persona que la manipula sin cuestionarse lo que está ocurriendo.

El silencio es  un método de manipulación emocional muy efectivo. Los manipuladores emocionales simplemente quieren conseguir cualquier objetivo que desean, sin importarles el daño que puedan llegar a hacer a cada una de sus víctimas. El silencio como manipulación es una técnica muy efectiva, ya que nadie queremos ser ninguneados por las personas que queremos o que están cerca. El cariño, la confianza o incluso el amor son factores que aprovechan esta clase de manipuladores para utilizar a sus víctimas como quieren, y alcanzar mediante ellas aquello que desean conseguir.

Una víctima, al encontrarse en la situación de que la otra persona no le habla, se sentirá confusa e insegura. No sabrá como actuar, y al final hará todo lo que la persona manipuladora quiera, con tal de que le vuelva a dirigir la palabra. El silencio es un gran castigo capaz de someter a cualquier víctima. A nadie le gusta que la persona que quiere y aprecia le ningunea retirándole la palabra.

Los manipuladores emocionales solamente miran por ellos, y por conseguir todo lo que quieren. Saben castigar a sus víctimas cuando estas no acceden a hacer lo que ellos quieren. Suelen emplear la culpa, el silencio o incluso la violencia para conseguir que sus víctimas se sometan a sus voluntades. El silencio como manipulación puede generar un gran sufrimiento y dolor en las víctimas, como veremos en este artículo. Y descubriremos como podemos hacer frente a esta clase de manipuladores.

Cómo es el perfil de quien utiliza el silencio como manipulación

Quien retira la palabra a alguien cercano, y supuestamente querido, para castigarle, tiene como objetivo conseguir que al final esa persona haga aquello que quiere. El silencio como manipulación es una herramienta eficaz, para castigar y de ese modo someter a la víctima. Esta clase de manipuladores emocionales tienen unas características comunes, y es esencial aprender a identificarlas para no caer en sus manipulaciones. Y entre dichas características encontramos:

  • Personalidad narcisita. Se creen el ombligo del mundo. Todo tiene que girar alrededor de ellos. Y tienen la creencia que, todas las personas que están a su alrededor tienen que estar siempre dispuestas a realizar sus voluntades. Si no consiguen lo que quieren, castigarán a sus víctimas, y pueden hacerlo con el silencio o quizás con la culpa.
  • Inmadurez emocional. No son capaces de gestionar nada de un modo maduro. Opinan que las relaciones solamente sirven para que puedan alcanzar todo aquello que desean. Si no pueden conseguir alcanzar sus objetivos, caerán en emociones tan negativas como la ira, la rabia, o la desesperación.
  • No son empáticas. Esta clase de personas son incapaces de ponerse en el lugar de los demás. Ellos perciben a sus amigos, familiares y pareja, como simples objetos necesarios para cubrir o alcanzar a aquello que desean. No les importa lo más mínimo el daño que puedan llegar a hacer.
  • Autoestima baja. En el fondo son personas que se perciben a si mismas de un modo negativo. Saben que necesitas a los demás para todo, siendo personas poco capaces y autónomas. Esa baja autoestima les empuja a dominar a los demás y sentirse superiores en cierta medida.
  • Son controladores. El control es su mejor arma. Gracias a controlar a todo su entorno, sienten algo de paz y desasosiego. Para poder controlar a los demás tienen que someter a sus víctimas, y lo hará mediante el chantaje, la manipulación, o incluso el abuso.
  • Pueden ser violentos. La manipulación puede ser efectiva durante un tiempo, hasta que la víctima se da cuenta de lo que sucede. Si la víctima no accede a sus deseos o voluntades, pueden ser violentos, y utilizar el abuso.

El silencio como manipulación

La manipulación o el chantaje son dos herramientas muy efectivas para someter a una víctima, y conseguir de ella todo aquello que el manipulador quiere. Hacerte sentir culpable, hacerse la víctima, o hacerte chantaje, son las tácticas preferidas por estos tipos de manipuladores para someter a sus víctimas. Consiguen su atención, y que hagan aquello que ellos quieren. Pero las manipulaciones tienen fecha de caducidad, y al final las víctimas acaban por rebelarse. Si esta rebelión de la víctima es momentánea, los manipuladores intentarán castigarle para que vuelvan a acceder a sus voluntades. El silencio es un gran castigo que puede hacer que la víctima se sienta tan mal, que acceda a las manipulaciones para que vuelva a dirigirle la palabra.

Podríamos considerar el silencio como manipulación como una forma grave de maltrato. Los manipuladores, al utilizar este tipo de castigo emocional, toman una postura totalmente agresiva, retirándole la palabra y ninguneando a su víctima. Quien es el objetivo de ese castigo puede llegar a sentirse realmente mal, y percibirse como una mala persona, cuando simplemente es la víctima de este tipo de manipulación. En un enorme abuso, que genera mucho dolor y sufrimiento. El manipulador siempre conoce a su víctima, y por tanto, quien emplea el silencio como castigo sabe el daño que va a hacer a la otra persona, y como al final conseguirá que vuelva a hacer lo que él quiere. Así que, que alguien te retire la palabra no es algo sin importancia, es un auténtico maltrato.

Los conflictos y las disputas siempre se deben abordar de un modo sano y constructivo. Hablando sobre los conflictos con la persona interesada, es lo más maduro que podemos hacer. Pero quien utiliza el silencio como manipulación para castigar a los demás, solamente porque no han accedido a hacer el manipulador deseaba, es un auténtico maltrato psicológico. Debemos aprender a seleccionar a las personas que están a nuestro alrededor. Es importante, y todos deberíamos centrarnos en nuestro bienestar. Es nuestra responsabilidad. Y debemos unirnos a personas que suman, y no a personas que nos hagan daño de cualquier forma. No debemos permitirlo.

Como afrontar el silencio como manipulación

Tenemos que ser muy conscientes que, una persona que es capaz de castigarnos con el silencio, es porque no nos quiere, y solamente quiere utilizarnos. Toda relación, sea del carácter que sea, debe basarse en pilares tan fuertes como el cariño, el respeto, o la libertad, entre otras. Todo aquel que use una relación para someter a la otra persona, es porque no le quiere de verdad, y solo la considera un objeto para conseguir todo aquello que desea. Esas relaciones siempre acaban siendo tóxicas, y generando mucho dolor y sufrimiento.

Los manipuladores emocionales son realmente depredadores. Saben escoger a sus víctimas, y siempre se fijarán en personas bondadosas, capaces de confiar en los demás. Se aprovechan de ellas, y no permitirán ningún tipo de negativa. Es decir, si una víctima es capaz de negarse a hacer algo por esa persona, recibirá un castigo como es el silencio. Así que, si logras identificar qué ocurre, y que estás siendo víctima de un manipulador emocional, deberías tomar algunas decisiones, y la mejor decisión que puedes tomar es alejarte de esa persona. Piensa que por sus características personales y psicológicas, nunca cambiarán, y si no consiguen lo que quieren de ti, simplemente, buscarán otras víctimas. El único apego que tienen contigo son cubrir sus necesidades, sean las que sean, y si no alcanzan sus metas te castigarán por ello, e incluso, en el mejor de los casos, se irán de tu lado.

Caer en las trampas de un manipulador emocional es sencillo, porque se ganan nuestra confianza antes de ejercer sus manipulaciones y chantajes. Normalmente, solemos identificar qué ocurre cuando el daño que nos han hecho esta clase de manipuladores es enorme. Estar al lado de una persona manipuladora nos puede acarrear serias secuelas psicológicas y emocionales, como es la ansiedad, la depresión, o la destrucción de nuestra autoestima. Consiguen arrebatarnos todo lo que somos, para convertirnos en su sombra, y eso destruye a cualquier víctima. 

Por todo ese dolor y sufrimiento, si logramos identificar que la persona que tenemos al lado nos manipula, y nos hace daño constantemente, debemos tomar la firme decisión de alejarnos. Somos nuestra responsabilidad, y debemos aprender a seleccionar las personas que entran en nuestras vidas. No podemos estar con alguien que nos resta y nos hace tanto daño. No debemos perder el tiempo y las energías con personas así. Y si no sabemos como gestionar todo ese dolor, debemos buscar ayuda psicológica. Gracias a ella podemos reconstruirnos y sentirnos bien de nuevo. ¡Adelante!

 

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

Publicado en: Emociones

El dolor que causa una madre tóxica

Por Daniel Molina Deja un comentario

El dolor que causa una madre tóxica

Cómo son las madres tóxicas

El papel de todas las madres es proteger y cuidar a sus hijos. Hay madres que pueden ser más rigurosas en esos cuidados, y hay otras que son más laxas a la hora de atender a sus hijos, pero todas ellas buscan siempre que su hijo esté bien, y sea lo más feliz posible. Pero luego hay otra clase de madres, que solamente perciben a sus hijos como simples objetos necesarios para cubrir sus propias necesidades. Son madres egoístas, que solo miran por ellas, y no les importa lo más mínimo, el daño que puedan hacer a sus hijos. Unos hijos que sufren y crecen con muchas carencias afectivas, convirtiéndose en adultos heridos. Es el dolor que causa una madre tóxica.

Son madres que incapaces de ponerse en el lugar de los demás, ni siquiera de sus propios hijos, y es capaz de manejarlos a su antojo, para que estos hagan todo lo que ella quiera. Para conseguir someter a sus hijos es capaz de todo. Puede llegar a utilizar cualquier técnica que le permita tener a los demás siempre a su disposición, como son la manipulación, el chantaje o incluso el abuso. Su objetivo es conseguir todo aquello que desea y necesita, y por ello, no dudará nunca en usar a los demás, aunque sean sus propios hijos.

Las madres tóxicas tienen una personalidad narcisista. Es decir, son personas sumamente egoístas, que solamente mirarán por sus intereses. Son persona que siempre han hecho todo lo posible por conseguir aquello que desean, aunque para ello hayan tenido que mentir, manipular o incluso ponerse violentas, con tal de alcanzar sus metas. Esas conductas siempre acarrean mucho dolor y sufrimiento a todas las personas de su alrededor, más aún cuando se trata de personas tan vulnerables como son unos hijos. Esa inmadurez emocional hace que no sepa criar adecuadamente a nadie, y por tanto, los hijos de esta clase de madres crecen sin la protección y los cuidados que todo niño necesita, y eso les trasformará en adultos totalmente heridos. Hay pocas cosas más dolorosas que no recibir el calor y las atenciones de quien más tiene que hacerlo. Eso genera unas heridas en el alma difíciles de tratar.

El dolor que causa una madre tóxica es inmenso. Una madre que no te valora, que te juzga, que te humilla, y que te utiliza, hará que te percibas como una persona incapaz y poco válida, llena de culpas y remordimientos. Las madres capaces de destruir por completo a sus propios hijos, son capaces de todo. Con tal de conseguir sus propios objetivos, pueden justificar que sometan a los demás, porque ellas se creen con ese derecho, y son incapaces de tener la más mínima empatía. El sufrimiento y el dolor que producen esta clase de madres son terribles, y generarán unas heridas emocionales tan grandes que, sus hijos necesitarán ayuda psicológica para sanar todo ese daño que han recibido.

La educación de una madre tóxica

Una madre tóxica siempre educará a sus hijos con la intención de estos le obedezcan, sin resistirse ni cuestionarse sus órdenes. Al ser una persona que solamente mira por ella, y por su bienestar, no dudará en utilizar a los demás para conseguir todo aquello que necesita y desea. Para someter a sus hijos puede utilizar cualquier técnica, como es el chantaje, la manipulación o el abuso. Hará todo lo que sea porque sus hijos siempre estén atentos a lo que ella pida. 

La educación que reciba un hijo de una madre tóxica, siempre estará destinada a obedecerla en todo momento. Esta clase de madres necesita que sus hijos le hagan caso. Una de las técnicas más empleada por una madre tóxica es la culpa. Hacer sentirse culpable a sus hijos, le garantiza que estos harán lo que sea por reparar el supuesto dolor que han causado según su madre. Hacerse la víctima, y hacer sentir culpable a los demás, es la técnica más usada por esta clase de personas.

Cuando a un niño se le quita la protección, los cuidados y el cariño que necesita, no sabrá como gestionar esa situación, e irá creciendo con ciertas carencias emocionales. Una madre narcisista simplemente no estará atenta a las necesidades de su hijo, e incluso puede hacerla más daño aún, destruyendo su autoestima con reproches o juicios. Un niño no sabrá como gestionar esas críticas y malos modos, y, por tanto, se llegará a percibir como alguien poco válido o que no vale la pena. Ese hecho lo aprovechará esta clase de madres para conseguir manejar a sus hijos a su voluntad. Por ese motivo, podemos afirmar que, esta clase de madres con capaces de todo para conseguir aquello que desean, aunque ello signifique dañar para siempre a sus propios hijos.

El dolor que causa una madre tóxica

El dolor que causa una madre tóxica es terrible. Aun cuando sus hijos son adultos, y han conseguido zafarse de sus ataduras, siempre vivirán soportando la presión y las exigencias de su madre. Debemos entender que una persona que ha crecido con todas esas carencias afectivas, crecerá padeciendo ciertas secuelas. Al final, un niño emocionalmente abandonado se convierte en un adulto herido, y eso es un hecho incuestionable.

Los hijos de madres tóxicas suelen convivir con un profundo sentimiento de culpa, siempre inculcado por sus propias madres para manipularlos, y someterlos a su voluntad. Esa culpa que sienten hace que puedan desarrollar una gran ansiedad. Estar siempre en alerta, y estar siempre pendiente de las exigencias de una madre emocionalmente insaciable, hace que la tensión que ese hijo vaya acumulando en su interior, se traduzca en ansiedad, y en el padecimiento de todos sus síntomas. Es muy difícil gestionar toda esa presión.

Las madres tóxicas son muy controladoras. Intentan controlar todo lo que tienen alrededor, incluso a las personas más cercanas. Que un hijo se vea siempre supervisado y controlado, además que sufrir reproches y críticas constantes por parte de su madre, desarrollarán una autoestima baja. Manipular y someter a una persona con una autoestima dañada es sencillo para esta clase de personas, y por ello, su objetivo es siempre minar y destruir la percepción que puedan tener sus hijos sobre ellos mismos. Es decir, acabarán pro percibirse como poco aptos o válidos.

Otras de las secuelas de tener una madre tóxica, es padecer un estado de ánimo bajo. Estar bajo el yugo de una persona tan demandante, y no tener la libertad de hacer lo que quiera, y con quien quiera, abate la estabilidad de cualquiera. Los cuadros depresivos son muy comunes en hijos de esta clase de madres narcisistas. No tener la capacidad de tener su propia vida, sumerge a estas víctimas en una profunda tristeza y apatía. La depresión es una secuela muy común en estos casos. Las heridas emocionales en los hijos de madres tóxicas suelen ser muy profundad, y difíciles de tratar. El dolor que causa una madre tóxica es inmenso.

Cómo tratar el dolor que causa una madre tóxica

Cuando somos niños no tenemos la capacidad para afrontar todo lo que nos ocurre, ni de enfrentarnos con las artimañas de un adulto para manipularnos y someternos. Por ese motivo, aunque se debería proteger a los niños de esta clase de madres, eso pocas veces ocurre, y esos mismos niños crecen convirtiéndose en adultos totalmente heridos, y necesitados de ayuda. Para estas personas sería fundamental recibir tratamiento psicológico para sanar sus heridas, reconstruirse a si mismos, y así, poder seguir adelante.

Si un hijo de esta clase de madres, en la adultez, logra identificar como es ella, y el daño que le ha hecho, debería en primer lugar pedir ayuda. Es importante saber como gestionar todos los pasos que deberá dar, y de ese modo dejar de sufrir las manipulaciones y ataques de su madre. Si una persona es capaz de hacernos tanto daño, debería estar fuera de nuestra vida. Alejarse de esta clase de madres debería ser una prioridad, pero a veces eso no es posible. En esos casos, se debería probar con establecer límites. Es decir, dejarle claro hasta donde puede llegar y hasta donde no. Y respetar esos límites. Si ella se los salta, y tú le dejas, entonces todo seguirá igual. Debería saber que hay unas consecuencias si no respeta tus límites, y estas deberían ser, irte de su lado. 

El daño que causa una madre tóxica es terrible. Así que, si eres una víctima de tu madre, deberías mirar por ti, y por tu bienestar. Somos nuestra responsabilidad, y tu responsabilidad es buscar tu propia felicidad, y si tiene que ser lejos de tu madre, que así sea. No te quedes atado a lo que te produce dolor. Puedes intentar establecer límites, pero si no lo consigues deberías tomar la decisión de irte lo más lejos de tu madre. Nadie tiene el derecho de manipularte, de someterte o de hacerte daño. Escapa de todo ese dolor, y vivir tu vida. ¡Adelante!

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

Publicado en: Emociones

7 personalidades realmente tóxicas

Por Daniel Molina Deja un comentario

7 personalidades realmente tóxicas

Cómo son las personas tóxicas

Es cierto que a veces cuesta de detectar, pero si nos paramos y analizamos muchos de los comportamientos de las personas que nos rodean, comprobaremos su modo de comportarse es realmente insano, y a menudo hace daño a los demás. Para evitar que esta clase de personas puedan hacernos daño, deberemos aprender cuáles son las 7 personalidades realmente tóxicas, y en este artículo nos centraremos en ello.

Hay personas que, por su modo de ser, pueden hacerse daño a ellos mismos y a los demás. Tienen un modo de pensar y de comportarse que no pueden controlar, y las lleva a situaciones y relaciones tóxicas. No son capaces de analizarse y ver sus fallos, y es por ello que siempre se comportarán de la misma manera, y nunca cambiarán. Tienen tan interiorizado sus pensamientos y sus actuaciones que creen que eso es lo normal. Ese hecho les lleva a sufrir un gran dolor, y generar a su vez un gran sufrimiento a los demás.

Para evitar que el comportamiento tóxico de esta clase de personas nos dañe, tenemos antes que conocer las características de estas 7 personalidades realmente tóxicas, para así, poder identificar a las personas que puedan hacernos un verdadero daño con sus conductas o con sus palabras. Recordemos que es importante seleccionar a las personas que nos rodean. Aquellas que restan acabarán por dañarnos y no nos dejarán avanzar. Por tanto, debemos evitar a toda costa tener a estas clases de personas a nuestro lado. Por nuestro bien. 

7 personalidades realmente tóxicas

En este apartado descubriremos las 7 personalidades realmente tóxicas, que deberemos aprender a identificar, para de ese modo poder evitar a las personas con esos rasgos, porque si hay alguien así en nuestro alrededor seguro que acabará por hacernos daño. No podemos caer en la trampa de aguantar según que conductas y comportamientos insanos que solamente generan un gran sufrimiento. Y las 7 personalidades realmente tóxicas son:

Personalidad autoritaria

Esta clase de personas suelen ser muy inseguras y una autoestima realmente baja. Su percepción acerca de ellos mismos es negativa, y solamente logran sentirse bien cuando logran someter a los demás. No son personas muy hábiles ni inteligentes, pero saben como pueden antepone su voluntad a los demás. Tener ese control logra aliviarle su gran angustia vital, y es por ese motivo que necesitan dominar a las personas que le rodean. 

Carecen de habilidades cognitivas y emocionales, y las suplen, pudiendo emplear la violencia, ya sea verbal, o a veces, incluso física. Pueden llegar a convertir la vida de los demás en una auténtica pesadilla, debido a que requiere en todo momento que los demás estén atento a sus órdenes para cubrir sus propias necesidades personales.

Personalidad pesimista

Las personas que se sumergen en esa profunda negrura que supone el pesimismo, son capaces de arrastrar a cualquier a su abismo emocional. Son personas que han aprendido a llamar la atención de los demás siendo negativos. Siendo de esa manera les protege a la hora de abandonar su zona de confort, porque cualquier cosa les angustia. Lo malo es que son capaces de empujarte a su infierno, y que acabes percibiendo el mundo como ellas lo perciben.

De igual modo, al no ser capaces de percibir todo de un modo más positivo, tienen la necesidad imperiosa de absorber la energía de los demás. Es decir, cuando estés delante de esta clase de personas, percibirás que es capaz de arrebatarte toda tu energía, y cuando te vayas a tu casa, estarás resoplando y agotado. Esta clase de personalidades necesitan que todos se sientan y perciban todo igual que ellas, y para ello intentará por todos los medios que dejes de ser positivo y constructivo.

Personalidad manipuladora

Las personas manipuladoras necesitan a los demás para conseguir cubrir todas las carencias emocionales que padecen. Sus relaciones se basan en la manipulación, y gracias a ella consiguen dominar a sus víctimas, y de ese modo, alcanzar sus metas y anhelos. Por todo ello, podemos afirmar que esta clase de personas perciben a los demás como simples objetos, necesarias para poder tener las atenciones que quiere recibir.

Son personas que jamás reflexionarán acerca del daño que hacen a sus víctimas. Simplemente, no les importa lo más mínimo. Ellos son capaces de anteponer sus necesidades al dolor que puedan generar con sus manipulaciones. Lo peor es que suelen ser tan habilidosos al principio, que logran manipular a sus víctimas de tal forma, que son descubiertos cuando el daño que han producido es muy elevado. Por ese motivo, debemos aprender a identificar estas personas tóxicas capaces de hacernos tanto daño, y crearnos tanto sufrimiento.

Personalidad Narcisista

Las personas narcisistas se caracterizan por su gran egocentrismo y egoísmo. Las puedes conocer porque siempre están hablando de si mismas y de sus logros. Son el centro de su todo, y se creen con el derecho de que todo el mundo les obedezca y les admire. Perciben a los demás como simples objetos, pudiéndose  aprovechar de ellos sin el más mínimo remordimiento. Aunque son personas inseguras, intentan mitigar esos sentimientos sometiendo a los demás, así que, su voluntad siempre será someter a cada una de sus víctimas.

Son personas incapaces de ponerse en el lugar de los demás, y por ese motivo pueden ser realmente crueles. Solamente mirarán por ellas mismas sin tener en cuenta nadie. El dolor y el sufrimiento que generan a quien les rodea es enorme. Incluso pueden llegar a ser violentos sin sus víctimas, no hacen aquello que quieren que hagan. Al ser emocionalmente inestables e inmaduros, deberemos alejarnos por completo de este tipo de personalidad tóxica,

Personalidad negativa

Si bien este nombre de una de las 7 personalidades realmente tóxicas, puede padecer neutro, esta clase de personas pueden llegar a hacerte verdadero daño. Suelen caracterizarse por una profunda amargura, y todo lo ven como algo oscuro y peligroso. No soportan que los demás sean felices, o que al menos intenten serlo como puedan. Por ese motivo, intentarán sumergirte en su misma amargura y tristeza. Te dirán que no puedes conseguir tal o cual cosa, y romperán por completo tu motivación. Quieren que los demás estén en su misma situación. Lo necesitan para sentirse bien.

Esta clase de personalidades suelen estar muy cómodas en esa posición pesimista. De ese modo no tienen que esforzarse, y buscarán culpables a todo lo malo que les ocurra. Se quitan así la responsabilidad propia de cuidarse y de avanzar. Para que los demás lo consigan intentarán por todos los medios quitarles su energía. Su pesimismo puede ser contagioso, y debemos tener cuidado para no caer en su trampa. Una buena señal que nos puede indicar que estamos ante un vampiro emocional, es el hecho de irnos de su lado resoplando y sintiéndonos bajo de moral. Es una personalidad tóxica muy común, y debemos aprender a identificarla para poder alejarnos de esa persona lo máximo posible.

Personalidad dependiente

Las personas emocionalmente dependientes son personas heridas. Arrastra muchas carencias afectivas desde siempre, y esa necesidad por cubrir sus necesidades les empuja a hacer lo que sea por estar con alguien que les cuide y les quiera. Su deseo de ser atendidas, y sentirse queridas, les puede empujar a tener relaciones realmente tóxicas, donde la necesidad es el patrón que rige sus conductas, y eso siempre acaba mal. Pueden ser realmente absorbentes, o por el contrario, encontrar a alguien que puede aprovecharse de sus carencias. Sea como sea, al final acaban haciendo daño, o haciéndose daño a ellas mismas.

La dependencia emocional siempre es foco de sufrimiento y dolor. Cuando en una relación aparece la palabra “necesidad”, todo se complica y surgen los conflictos. Toda relación debe basarse en pilares tan robustos y fuertes como son el amor, la libertad, o el respeto. Si en una relación una de las partes necesita a otra, ya no es una relación de amor o de amistad, sino de necesidad, y eso al final acabará por hacer daño a algunas de las partes que conforman esa unión. 

Personalidad inmadura

Las personas inmaduras son realmente dañinas para los demás, y también lo son para si mismas. Debido a un mal desarrollo emocional, suelen ser personas infantiloides, capaces de dar rienda suelta a emociones tan dañinas como la envidia, el rencor, o la rabia. Nunca logran adaptarse a nada ni a nadie, y creen que deben seguir sus propias reglas y patrones. Con todo ello, podemos afirmar que no tienen en cuenta los sentimientos de nadie, y solamente actúan a su favor, aunque para ello tengan que dañar a los demás.

Al ser personas inseguras e infantiles, no llegan a comprender el alcance de sus palabras y actos, es decir, si pueden hacer daño o no. Este hecho les hace ser realmente peligrosos para los demás, ya que son capaces de dañarte sin darse cuenta, ni evaluar el alcance de sus comportamientos. Son personas conflictivas que siempre están en eternas disputas y rencillas con algunas personas. No son capaces de pasar página, ni de dar su brazo a torcer. Tienen poca o nula empatía, y son incapaces de ser reflexivos. Su impulsividad les puede llevar a situaciones realmente peligrosas para él mismo y para los demás. Es una de las 7 personalidades realmente tóxicas que más debemos tener en cuenta.

Cómo comportarse ante las 7 personalidades realmente tóxicas

Ante una persona tóxica poco podemos hacer. Son personas sumamente egoístas que solamente miran por ellas mismas, y les tiene sin cuidado el daño que puedan hacerle a los demás. Lo mejor que podríamos hacer es alejarnos de esta clase de personas lo más lejos posible. De ese modo, podremos evitar que nos hagan daño. Pero a menudo estas personas forman parte de nuestro entorno más cercano, y no podemos alejarnos tan fácilmente de ellas. En estos casos lo mejor que puedes hacer es establecer unos límites, y no dejarles que actúen negativamente contra ti. Para ello, debes dejarles muy claro hasta donde pueden llegar contigo y hasta donde no. Y tienes que hacerle saber que si traspasan esos límites deberá irse de tu vida. Deben aprender que sus actos tienen consecuencias. Si aun así siguen comportándose igual contigo, deberás alejarte sin más. No quedaría otra.

Tenemos que aprender a seleccionar a las personas que entran en nuestras vidas. Y rodearnos de personas que sumen, y que no nos hagan daño. No tenemos por qué soportar ni estar con personas tóxicas que solamente nos generarán sufrimiento y dolor. Así que, también está en nuestra responsabilidad rodearnos con personas constructivas y positivas, que nos respeten y nos quieran sin más. Debemos aprender a seleccionar a quien esté a nuestro lado. ¡Adelante!

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

Publicado en: Emociones

El dolor que produce la gordofobia

Por Daniel Molina Deja un comentario

El dolor que produce la gordofobia

Qué es la gordofobia

Podríamos definir la Gordofobia como el miedo o el rechazo a las personas que sufren de sobrepeso u obesidad. El miedo es el principal factor a la hora de odiar a aquello que tememos, llegando a rechazar o evitar exponernos a lo que nos paraliza y nos produce temor. Pero no debemos olvidar, que en este caso no se trata de tener miedo hacia una cosa o situación, sino hacia un colectivo de personas. Personas que sienten y tienen sus propias batallas que librar. Y es entonces donde ese miedo se transforma en un auténtico odio que puede destruir por completo a las personas a quien va dirigido. Las personas con esta fobia, son incapaces de comprender el dolor que produce la gordofobia.

Las personas que rechazan a las demás, simplemente por su estado físico, o por su constitución corporal, lo hacen porque están dentro de los cánones que socialmente se aceptan como sanos y bellos. Rechazan a los demás bajo su postura aventajada, donde nunca han sufrido ese tipo de rechazo, violencia, o incluso abusos. Cuando uno está en una posición aventajada, puede convertirse en un auténtico juez y verdugo contra aquellos que no son como ellos. Este hecho es peligroso, porque es el primer paso para alimentar el odio, y dar luz verde al acoso y al ataque gratuito.

Quizás sería bueno recordar que el sobrepeso no es una enfermedad. Es más, hoy en día, aún la comunidad médica y científica está evaluando este hecho. La obesidad es en muchos casos la causa de factores que no tienen que ver con la comida, sino con heridas emocionales y psicológicas que no han sido tratadas adecuadamente. Quien come de manera descontrolada, no lo hace por apetito, ni porque quiere, sino porque eso le alivia su dolor emocional. Y es algo que debemos tener muy en cuenta. Así que, las personas capaces de emitir juicios y opiniones acerca de los demás, deberían al menos tomarse la molestia de averiguar la historia de esa persona, así como el dolor que ha tenido que soportar, y todas las batallas que está librando, sobre todo consigo mismo.

La gordofobia solamente es la expresión de quien se siente superior solamente porque ha tenido el privilegio de no atravesar malos momentos, ni de haber sufrido problemas tan grandes que su estado emocional y psicológico se ha dañado para siempre. Su ignorancia es capaz de soltar sus críticas alegremente, sin tener en cuenta el dolor que producen, y de que sus palabras pueden destruir aún más a quien ya sufre un gran pesar. Son personas ignorantes, y esa ignorancia les hace realmente malévolas. Las personas gordobóficas deberían reflexionar un poco más acerca de sus valores.

Cómo son las personas Gordofóbicas

Todas las personas que padecen odio o rechazo hacia cualquier persona, tienen unos rasgos muy diferenciados y comunes en todas ellas. Una persona normal y sana, jamás atacaría a otra persona de forma gratuita, aún más, una persona empática, jamás odiaría a los demás porque sí, ni tan siquiera por aspectos tales como, su condición física, su aspecto, tu tono de piel, o por su religión, entre otros. Quien odia es porque es una persona vacía que busca machacar a los demás para sentirse aliviados de lo que realmente son. Y entre dichas características de las personas gordofóbicas encontramos:

  • Personalidad narcisista. Son personas que solamente miran por ellas. Quieren ser el centro de atención, y de que se hable de ellas, y de sus logros. No soportan que nadie les haga sombra.
  • Baja autoestima. Quienes atacan a los demás, en el fondo no quieren ser atacados. Saben que tienen mil defectos, e intentan esconderlos atacando las diferencias de los demás. Solamente así consiguen sentirse superiores. Pero en el fondo saben de todas sus carencias.
  • Inmadurez emocional. Las personas gordofóbicas no son personas maduras. Las personas emocionalmente maduras no se centran en los demás, ni en sus defectos. Simplemente, intentan centrarse en sus vidas. Por ello, podemos afirmar que las personas que odian, son personas totalmente infantiles y vacías.
  • No son empáticas. Esta clase de personas son incapaces de ponerse en el lugar de los demás. No tienen en cuenta los sentimientos y las emociones de los demás. Por ese motivo atacan sin compasión. Creen que sus actos están respaldados por una escala de valores que solamente ellas siguen.
  • No soportan la frustración. Piensan que el mundo y las personas tienen que ser como ellas consideran que deberían ser. Por ello, se sienten con la autoridad de imponer su voluntad, aunque tengan que recurrir al insulto, la manipulación o el abuso.
  • Son violentas. Quien es capaz de odiar, de dar paso al rencor, o tener ese grado de rabia incontrolada hacia los demás, puede dar paso a una violencia extrema, tanto física como psicológica. 

Las trampas que esconde la gordofobia

Todas aquellas personas que consideran que tener sobrepeso u obesidad es sinónimo de estar enfermo, siento decirles que eso no es ni de lejos algo cierto. Tener una constitución gruesa no quiere decir que esa persona padece ciertas alteraciones, como padecer azúcar en sangre, o colesterol. Cualquier persona, independientemente de su estado físico, puede llegar a padecer cualquier enfermedad o alteración. Así que, juzgar a una persona por su peso, es discriminatorio y esconde una falta total de conocimiento y valores. Una persona delgada puede tener los mismos problemas médicos que una persona que tiene sobrepeso, y viceversa. Así que, es un argumento que solamente justifica las opiniones y críticas de quien es capaz de odiar.

Tener sobrepeso es un factor de riesgo, pero también lo es fumar o beber alcohol. Pero las personas que son gordofóbicas nunca atacarán a esos colectivos. Su odio va más allá de rechazar a quien está en riesgo, para su salud, si no que está dirigido a quien cree que es inferior a ellas, y merecen ser castigados. La gordofobia piense a verdaderos monstruos capaces de destruir con compasión a aquellas personas que sufren sobrepeso, sin tener el mínimo remordimiento, porque se rigen por su propia escala de valores.

Lo más colosal de Gordofobia, es que esas personas que profieren su odio, creen que con sus ataques ayudan a los demás, y las personas con sobrepeso van a tener en cuenta sus críticas. Cómo son personas inmaduras y nada empáticas, no son capaces de suponer que con sus ataques y su odio solamente harán daño. Toda persona con sobrepeso tiene espejos. Saben perfectamente como son. Nadie tiene que recordárselo, ni machacarles. Si de verdad quisieran ayudarles, estarían a su lado. Les apoyarían, y les animarían a buscar ayuda si quieren ser ayudadas. Recordemos que el sobrepeso no tiene que ver con la comida, sino con el plano psicológico y emocional. Una persona que sufra sobrepeso, es una persona herida que necesita una ayuda cualificada. No necesita que nadie le recuerde como es un cuerpo, ni le ataque, ni le destruya como hacen estos mensajeros del odio. El dolor que produce la gordofobia puede ser realmente devastador.

El dolor que produce la gordofobia

Toda persona que sufre solamente necesita ayuda. Una ayuda sincera que requiere ponerse en su lugar, y ofrecer la mano para que pueda levantarse. La gordofobia solamente aprovecha que alguien que está fuera de los cánones físicos establecidos socialmente, para atacar, humillar y vejar. Nadie tiene el derecho a atacar a nadie, y si lo hacen deben ser reprendidos por todos sin pensarlo. Son personas que deberían ser amonestadas por todos.

Lo más curioso es que a veces se establece una moralidad y una escala de valores totalmente distorsionada, y muchas personas las siguen. Son incapaces de suponer por ellas mismas, y de comprender que cada uno es como es, y nadie tiene el derecho a opinar sobre nadie, y mucho menos criticar o insultar. Ninguna persona con sobrepeso o que tenga cualquier otra característica física diferente al resto, tiene que ser increpada por nadie. En estos casos deberíamos aprender y asumir por completo eso de “trata a los demás como te gustaría que te tratasen”. Todo lo demás sobra. Hay que tener en cuenta el dolor que produce la gordofobia.

Si eres una persona gordofóbica, me gustaría que te pararas en este momento, y reflexionaras acerca de tu escala de valores y de tu moralidad, y del daño que estás haciendo con tus juicios y críticas. El odio te hace débil. Sé que lo haces para esconder tus propias carencias. Pero si quieres ser mejor, no tienes que superar a nadie, tienes que superarte a ti mismo. Si quieres realmente ayudar, ofrece tu mano, y no tus insultos. Y ten muy en cuenta el dolor que produce la gordofobia, y como con tus palabras puedes llegar a destruir a otra persona, y solamente por el simple hecho de creerte con la verdad suprema. Sé humilde, trátate bien, y de ese modo podrás tratar bien a los demás. Sana tus propias heridas.

El dolor que produce la gordofobia en los medios de comunicación

Como podemos comprobar nosotros mismos ojeando una revista o encendiendo el televisor, todas las personas que se muestran en estos medios de comunicación, son personas que entran dentro de un estereotipo bien marcado, y aceptado socialmente. Este hecho no es casual. Todo aquel que es famoso es en sí una máquina de ganar dinero, y teniendo un físico aceptado por todos, será más fácil por ejemplo vender cualquier producto o vestimenta a todas las personas con las mismas características físicas. Es simplemente uno de los motivos por lo que las personas que tienen un físico distinto no tienen cabida en los medios.

Desgraciadamente, una persona con una baja autoestima, no se cuida ni consume tanto como una persona que se siente bien consigo misma. Es una realidad que no podemos maquillar. Cierto es que debería ser al revés, y si no nos sentimos bien con quien somos, deberíamos cuidarnos mucho más, y mimarnos. Deberíamos comenzar a hablarnos y tratarnos bien a nosotros mismos. Esta realidad no pasa desapercibida para la publicidad, y por tanto, se centran en las grandes masas, capaces de consumir todo aquello que ven o escuchan en cualquier medio. Sin importarles el dolor que produce la gordofobia.

En los medios de comunicación, no hay espacio para el diferente, para el que escapa de un modo u otro de los cánones físicos y morales que ellos mismos marcan. Y esa diversidad que deberíamos todos asumir y aceptar, simplemente se diluye, estigmatizando aún más a esos colectivos que, por sus características, sean las que sean, son diferentes a aquello que socialmente se ha impuesto. Es por ese motivo, que todo lo que sea distinto puede dar miedo e incluso rechazo. Por todos estos factores, pues darse polémicas como detallaré en el siguiente punto.

La gordofobia en la inclusión de cuerpos no normativos

Recientemente, hemos vivido una polémica debido al uso por parte de una empresa de ropa deportiva y bañadores de una modelo que por sus medidas no entra dentro de un cuerpo normativo. Una presentadora de televisión abría un debate sobre si al publicitar esta empresa sus productos con esta modelo, estaba haciendo apología de la obesidad.  En esta campaña aparecen varias modelos en bikini, y de la única que se cuestiona su estado de salud es de la que tiene talla grande. Simplemente por su aspecto físico se dio por sentado que era una persona obesa, y que podía tener graves problemas de salud, como accidentes cardiovasculares, diabetes, etc. Esto es un ejemplo de los prejuicios, porque con que hubiese investigado o se hubiese interesado, hubiese sabido que esa modelo. A la que señala por su tamaño, surfea desde niña, incluso llegando a competir, por lo que como mínimo sigue un estilo de vida activo, lo que no cuadra mucho con el sedentarismo que se «supone» de una persona obesa. Se tuvo la osadía de hacer juicios sobre alguien que no conoce, y sus palabras solamente mostraron el odio, y el rechazo que tienen muchas personas sobre las personas que pueden ser diferentes. Recordemos que las opiniones que quieren hacer daño, no son opiniones, son críticas. Y el dolor que produce la gordofobia es terrible.

Una publicidad inclusiva no es apología de nada, simplemente es normalizar que hay diferentes tallas, diferentes cuerpos. No está diciendo, has de ser como yo, y máxime cuando el ideal de belleza actual está tan alejado al de una persona gorda. 

Conclusiones del dolor que produce la gordofobia

Una de las reglas máximas que todos deberíamos seguir es aquella que rige aquello de:  “trata a los demás como te gustaría que te tratasen”. Nadie tiene el derecho de juzgar, criticar o abusar de otra persona. En este caso es el aspecto físico, pero el odio siempre se extiende y acabará por afectar de algún modo a cualquier colectivo que en ese momento esté en el punto de mira de todos, y sobre todo de los medios de comunicación. El odio no puede tener cabida en nuestras vidas.

El dolor que produce la gordofobia es inmenso. Lo simple es pensar y juzgar que una persona con sobrepeso es una persona indigna, que no sabe controlarse y come compulsivamente, y además es un ejemplo de malos hábitos y de mala salud. Prejuicios que solamente buscan atacar a un colectivo emocionalmente débil para sentirse bien. No hay nada más gratificante para los mediocres que atacar a los demás para que nadie les ataque a ellos. Todos tenemos defectos o cosas que mejorar, pero también tenemos miles de virtudes. Quizás sería bueno que todos nos centraremos en lo bueno, y en las personas buenas, y dejáramos a un lado a todos aquellos que buscan hacer daño. Si les quitamos la atención les quitamos el poder.

Quien sufre de sobrepeso no necesita que le recordemos hacer dieta o ejercicio. Recuerda que todos tenemos espejos. Si quieres ayudar, simplemente quédate a su lado y escúchale. Te darás cuenta de que no es un problema con la comida, sino con ellos mismos, por cómo se sienten y se perciben. Quien come en exceso o inadecuadamente no lo hace por apetito, sino por una necesidad emocional. Gracias a la comida encuentran un cierto alivio momentáneo para esas heridas emocionales que no han sido tratadas. Así que, el papel de un endocrinólogo y de un nutricionista puede ser esencial en estos casos, pero lo es mucho más la ayuda psicológica y el apoyo social. Si tienes heridas que sanar, busca ayuda profesional, y rodéate de todas esas personas que suman. No te centres en aquellas que solamente buscan hacer daño y alimentar su odio. No dejes que ese ruido silencie tu propia voz. Y especialmente, te aconsejo que comiences a hablarte bien y con respeto. Debes de ser la principal promotora de ti misma. Sé tu todo. ¡Adelante!

Noelia Rodríguez, y Daniel Molina (Psicólogo Emocional Online)

Publicado en: Emociones

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