Contenido
Qué son las heridas emocionales persistentes
Durante toda la infancia estamos expuestos a multitud de situaciones y vivencias que debemos afrontar. Algunas de ellas crean una marca indisoluble que nos acompaña para siempre, al menos que sea tratada. Son las denominadas heridas emocionales persistentes.
Las heridas emocionales persistentes son aquellas experiencias que nos hicieron daño y no fuimos capaces de gestionarlo. Dicho dolor queda alojado en nuestro interior y de un modo u otro marca nuestras vivencias futuras. Aquello que no superamos siempre vuelve. Es por ello que es importante sanar dichas heridas.
Existen cinco heridas emocionales persistentes principales y comunes, que siempre quedarán guardadas en nuestra mente, y que nos acompañará en edad adulta. Veamos a continuación de que heridas se tratan.
Heridas emocionales persistentes
1-. Miedo a ser abandonados.
Quien sufrió el abandono en su infancia sufrirá esa carencia durante su vida adulta. El miedo a soledad puede empujar a quien lo padece a abandonar a sus parejas o sus proyectos de forma temprana y repentina. En su mente siempre será mejor abandonar que se abandonado. Es un miedo que debe ser tratado, y superar los desórdenes afectivos que conlleva en hecho de ser abandonado en una edad en la que se es incapaz de gestionar ese dolor.
Las personas con estas terribles heridas emocionales tienen que tratar el miedo a la soledad, así como el temor a ser rechazadas y abandonadas. No es sencillo curar las consecuencias de un abandono en la infancia, pero es totalmente necesario. Gracias al tratamiento profesional se puede cicatrizar las heridas y superar el miedo a la soledad. El dialogo interior de estas personas debe ser positivo y lleno de esperanza, no dejando lugar a todos los miedo y temores.
2-.Miedo al rechazo.
El miedo a ser rechazado puede considerarse una de las heridas emocionales más comunes y graves. El rechazo implica que las personas no aceptan todo lo que somos, es decir, se rechaza nuestros pensamientos, nuestras creencias, las vivencias y nuestros sentimientos.
Todos tenemos la necesidad de encajar y que las personas de nuestro entorno nos quieran tal y como somos. El miedo al rechazo surge cuando somos rechazados en la infancia y no podemos gestionarlo adecuadamente. Normalmente el rechazo siempre surge de personas cercanas, como familiares, amigos, o personas del círculo social del niño.
Las personas con esta herida emocional suelen sentirse poco merecedoras de afecto no de la comprensión de los demás, aislándose cada vez más. Son personas muy huidizas e intentan no profundizar en sus relaciones con los demás.
Todas las personas que tengan el miedo al rechazo deben de tratarse para superar sus fantasmas interiores y aprender a gestionar todas las emociones negativas que le impide seguir adelante
3-. Miedo a sentirse humillado.
Hay personas que tienen un miedo atroz a ser juzgado por los demás. La desaprobación y la crítica atenta directamente contra lo que somos, y eso aterra. Queremos encajar y dar una versión positiva de nosotros mismos. Queremos que los demás nos aprueben y nos acepten.
Este tipo de miedo nace de valoraciones negativas hechas por el entorno del niño. Cualquier crítica que hagamos a un niño por como es, puede mermar irremediablemente su autoestima generando el miedo a la humillación, y éste que le acompañará hasta la edad adulta.
El miedo a ser humillados genera personas dependientes que necesitan la aprobación constante de los demás. Suelen ser personas con un autoestima baja. También puede generar personas que intenten humillar a los demás para no ser humillados. En todo caso, son personalidades tóxicas que deben ser tratadas.
4-. Miedo a ser traicionados.
El miedo a la traición nace cuando el niño siente que su entorno más cercano no cumple las expectativas que él tiene. Esto genera a su vez desconfianza, envidia, y otros sentimientos negativos, al no sentirse merecedor de aquello que él esperaba de los demás.
Que el niño perciba que ha sido traicionado construye personas adultas controladoras, que necesitan tener todo atado. Son personas que siente la necesidad de ejercer un control sobre los demás.
Tratar este tipo de herida emocional requiere trabajar sobre todo la paciencia, la tolerancia y tener experiencias nuevas, así como aprender a estar solo, y a delegar responsabilidades.
5-. Miedo a ser tratados injustamente.
Este miedo se genera cuando los cuidadores principales del menor son fríos y autoritarios. Si en la infancia existe una exigencia excesiva, generará un profundo sentimiento de no ser útil o válido. Es un sentimiento que perdurará en la edad adulta.
Las consecuencias de este tipo de heridas emocionales es la rigidez en la conducta de quien la padece. Suelen ser perfeccionistas y sumamente ordenados. Pero también tienen una gran incapacidad para la toma de decisiones.
En este tipo de casos es fundamental trabajar la desconfianza y la rigidez en la forma de pensar y de actuar. Una mayor flexibilidad de pensamiento ayuda tener una visión más amplia y sana de la vida.
Conclusiones
Si reconoces algunas de estas heridas emocionales persistentes, y crees que puedas estar padeciendo sus consecuencias, te animo a que las trates, ya que es el único modo de superarlas y seguir adelante.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online
Deja una respuesta