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La Terapia Online, ¿es efectiva?

Por Daniel Molina Deja un comentario

la terapia online

Terapia Online ¿Es efectiva?

Hoy en día Internet es una herramienta necesaria y poderosa. Puede servir para multitud de cosas buenas, como encontrar información de calidad acerca de cualquier tema, relacionarnos con los demás, o divertirnos, entre otras. También puede suponer una herramienta destructiva y nociva sino se usa correctamente. Internet nos ofrece también la posibilidad de obtener la ayuda que necesitamos, cuando atravesamos momentos difíciles, mediante la terapia online.

Si estamos pasando por unos momentos duros y difíciles, que no somos capaces de gestionar adecuadamente por nosotros mismos, podemos buscar ayuda en línea. Este apoyo lo podemos encontrar en la figura del psicólogo online. Este tipo de profesional es capaz de proporcionarnos una terapia online de calidad sin movernos de la comodidad del nuestro hogar. Es un tratamiento directo, que podemos acceder a él en cualquier circunstancia y lugar.

A veces por diversos motivos, ya sea por ejemplo por falta de tiempo, por problemas de movilidad, o simplemente por lugar de nuestra residencia, no podemos acudir a una consulta presencial. La terapia online ofrece una alternativa con la misma calidad. Decir que la terapia online ofrece la misma calidad que la presencial, sólo cambia el medio en el cual se efectúa, en este caso es en línea.

Características de la Terapia Online

La Terapia Online se basa en las mismas estrategias y técnicas que se utilizan en la terapia que se efectúa de forma presencial. Por tanto decir que tanto su eficacia como su efectividad es la misma.

Para poder realizar la Terapia Online usamos los nuevos medios de comunicación que nos proporciona internet como son el chat, el email o la videoconferencia. Todo en un entorno online que nos permite recibir la ayuda que necesitamos en cualquier momento y lugar.

Tipos de sesiones en la Terapia Online

Existen diversos tipos de sesiones para realizar la terapia online. Todas se diferencias por el objetivo y el método en el cual se realizan. Entre las más comunes están:

-Sesiones por Email:

Suelen ser sesiones encaminadas a tratar un tema concreto que sólo necesita de un análisis de caso y su resolución. Son ideales para consultas específicas que se deberían resolver mediante un solo informe donde se concrete las soluciones.

-Sesiones por Chat:

Son las sesiones más efectivas a la hora de realizar una terapia online personificada. Es en tiempo real, y los mensajes son directos por lo que se abarca toda la problemática del paciente. Son ideales para el tratamiento individualizado y continuado.

-Sesiones por Videoconferencia o teléfono:

Para este tipo de sesiones se utiliza la videocámara o el teléfono para realizarlas. Surge la problemática para algunas personas que se sienten incomodas por dejarse a través de la cámara. Sólo es efectiva si el paciente carece de la vergüenza de comunicarse a través de la voz y la imagen.

A quién va dirigida la Terapia Online

La terapia Online está dirigida a todas las personas que están pasando por un mal momento y quieran buscar soluciones. También es un modo de terapia que ofrece ventajas especiales a quienes:

  • A quienes prefieren recibir terapia online por su comodidad, y por el ahorro de tiempo y dinero que ésta supone.
  • A quien viaja o se tiene que trasladar constantemente.
  • A residentes en un país con un idioma diferente.
  • A las personas con impedimentos físicos que le limiten su movilidad.
  • A quienes padeces algún trastorno psicológico que les dificulta salir o relacionarse como por ejemplo: quien sufre agorafobia, fobia social, o personalidad evitativa.
  • A quien no dispone en su lugar de residencia de un servicio de psicología.

Fases de la Terapia Online

La terapia online como la terapia presencial se estructura en cuatro fases diferenciadas. Y éstas son:

  1. Recoger toda la información posible. En esta primera fase se tiene que recopilar toda la información que sea relevante para entender la problemática que está sufriendo la persona que pide ayuda. Esto se realiza a través de una entrevista personal, y si se procede, también con pruebas psicométricas (cuestionarios y test).
  2. Establecer qué objetivos se quieren alcanzar. Una vez con toda la información que nos ha proporcionado el paciente, se puede desarrollar una terapia diseñada para solucionar la problemática de un modo personalizado. Además se establecen en esta fase, los objetivos terapéuticos que se quieren alcanzar.
  3. Aplicación de la propia Terapia Online. En esta fase se aplican todas las herramientas y guías para que la persona puede tener el apoyo necesario para superar la problemática que sufre.
  4. Seguimiento de la Terapia. Una vez alcanzados los objetivos que nos hemos marcado al principio de la terapia online, tenemos que realizar unas sesiones periódicas para mantener los cambios, y con ello intentar evitar las recaídas.

¿Qué se puede tratar mediante la Terapia Online?

Mediante la Terapia Online se puede tratar cualquier tipo de problemática al igual que en la terapia convencional o presencial.

Puedes recibir ayuda online si sufres:

  • Ansiedad.
  • Alteraciones en estado de ánimo o depresión.
  • Trastornos emocionales.
  • Dependencia emocional.
  • Problemas de pareja.
  • Desarrollo personal.
  • Problemas familiares.
  • Gestión emocional.

Requisitos técnicos para realizar la Terapia Online

Para realizar una Terapia Online no se necesita un gran conocimiento tecnológico, simplemente es necesario saber manejar las herramientas habituales como utilizar un chat, el email, o la cámara en casos de videoconferencias.

Repasamos los requisitos técnicos para poder realizar esta clase de terapia:

  • Ordenador, Tablet, o teléfono móvil.
  • Conexión a internet.
  • Programas de chat como por ejemplo Skype.
  • Cámara web y micrófono.

Ventajas de la Terapia Online

  • Mayor accesibilidad. Debido a que se realizan las sesiones a través de un soporte tecnológico, las consultas se pueden realizar en cualquier momento y en cualquier lugar. Por tanto la psicología online nos proporciona la oportunidad de recibir la ayuda que necesitamos sin tener en cuenta barreras tan importantes, como puede ser el tiempo y el lugar.
  • Sin ansiedad inicial. Al contrario de lo que ocurre en la psicología presencial, en la psicología online no se produce tanta ansiedad ante la primera cita en el paciente, ya que las sesiones se realizan en un entorno cómodo como en su propio hogar, y el medio de comunicación online facilita el establecimiento de un lenguaje directo y de confianza.
  • Horarios flexibles. Como ya hemos comentando, la terapia online se puede realizar en cualquier momento. El servicio de psicología online siempre se amolda al horario que más favorezca a quien contrata este tipo de servicios.
  • Sin desplazamiento innecesarios. Gracias a las nuevas tecnologías, como recibir la ayuda que necesitamos sin la necesidad de desplazarnos. Podemos acceder a la terapia online desde la comodidad de nuestra casa. La psicología online es ideal para persona con problemas de movilidad, o que no disponga de tiempo para desplazarse.
  • Menor coste. Al no existir una consulta física, y no realizar desplazamientos innecesarios, la reducción del coste de la Terapia Online es notable. Es una buena opción incluso en el ámbito económico.
  • Comunicación fluida. La comunicación online favorece la fluidez de los mensajes, y por tanto se puede ayudar de forma más adecuada a la persona que requiere de ayuda. Es un mensaje directo y de confianza.
  • Privacidad mayor. Al igual que ocurre en la psicología presencial, la psicología online es confidencial y privada. Pero tiene sus ventajas también en este aspecto, ya que nadie te verá en una consulta física, ni saber que estás recibiendo ayuda psicológica. Incluso puedes hacer la terapia online de forma anónima si así lo requieres.

Ya sólo me queda animarte a que tomes la decisión del cambio si estás pasando por un mal momento. Porque todo comienza por una decisión. Y el cambio empieza en ti. ¡Ánimos!

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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La ansiedad afecta al deseo sexual

Por Daniel Molina 2 Comentarios

la ansiedad afecta al deseo sexual

¿La ansiedad afecta al deseo sexual?

En efecto, la ansiedad afecta al deseo sexual. Normalmente su afectación está dirigida a una falta de apetito sexual, pero no siempre es así, en algunas ocasiones, la ansiedad puede hacer que el deseo aumente. Todo dependerá de cada caso, y de cómo afecta los altos niveles de ansiedad a cada persona.

Cuando nuestros niveles de ansiedad son muy elevados, estamos en un estado de alerta tan grande, que nuestra mente y nuestro cuerpo están sometidos a una gran inquietud y nerviosismo. Lógicamente en este estado emocional y psicológico, no podemos pensar en cosas secundarias en ese momento, como puede ser el sexo.

Existen diversos estudios que apuntan que cuando se sufre una ansiedad elevada, el organismo está tan pendiente de los posibles peligros que es incapaz de tener en cuenta aspectos tales como la propia sexualidad. Es decir, las mujeres que sufren ansiedad tienen menos posibilidades de quedarse embarazadas en comparación, con aquellas no la sufren. Lo mismo ocurre con la población masculina. El organismo en esos estados, está preparado para superar los peligros, no para procrear o disfrutar del sexo.

La ansiedad afecta al deseo sexual de tal forma, que es capaz de facilitar la segregación de ciertas hormonas que anulen la posibilidad de quedarse embarazada, y así mismo, tampoco es capaz de segregar las hormonas necesarias para encender el deseo sexual.

Finalmente decir, que en una mente inquieta y sumergida en mil pensamientos negativos y catastrofistas, no habrá cabida a la activación del deseo sexual. Por todo lo comentado, la ansiedad afecta al deseo sexual de una forma implacable.

¿Cómo la ansiedad afecta al deseo sexual?

Entre las disfunciones sexuales más comunes podemos encontrar:

  • Eyaculación retardada.
  • Trastorno eréctil.
  • Trastorno orgásmido femenino.
  • Trastorno excitación/interés sexual femenino.
  • Trastorno de dolor génito-pélvico/ penetración.
  • Trastorno de deseo sexual hipoactivo en el hombre.
  • Eyaculación prematura o precoz.

Cuando una persona está sumergida en el miedo, su sistema límbico activa a todo el organismo a estar en alerta ante los posibles peligros. La ansiedad ha producido un mecanismo de alarma que afectará a todos los aspectos de la vida de la persona que lo sufre.

La preparación ante posibles peligros, genera una serie de cambios fisiológicos muy bruscos como por ejemplo: la aceleración del ritmo cardiaco, la dilatación de las pupilas, la aceleración de la respiración, sudoración excesiva, y tensión muscular. De igual modo se verán afectadas funciones secundarias como son el sueño, los procesos digestivos y la alteración sexual.

Si la sexualidad queda en un segundo plano o se anula, es cuando se dan las temidas disfunciones sexuales. La ansiedad afecta al deseo sexual, y si los niveles de ansiedad se mantienen en el tiempo, nuestra sexualidad se verá igualmente afectada.

La ansiedad de ejecución

Cuando sufrimos ansiedad no podemos pretender dar una respuesta sexual adecuada. Todo nuestro organismo está alterado. También lo está nuestra funcionalidad sexual. Por lo que a menudo al vernos en esa situación nuestra ansiedad aumenta por no poder rendir al máximo, y pensar que no estamos a la altura de las supuestas perspectivas que pueda tener nuestra pareja.

Pero todo ello está en nuestra mente. La ansiedad nos provoca más ansiedad. Y no buscar una solución que nos permita romper ese círculo vicioso, sólo hará que nos sintamos peor con nosotros mismos, y que nuestros niveles de ansiedad aumenten.

Cuando existe una disfunción sexual, y no podemos rendir como nos gustaría, se genera la denominada ansiedad de ejecución. El miedo a no responder a las expectativas de nuestra pareja y la de nosotros mismos, hace que se acentúe los problemas sexuales derivados de la propia ansiedad. Además puede afectar de forma incisiva a la autoestima y las bases de la relación de pareja.

La ansiedad de ejecución y las disfunciones sexuales

Las disfunciones sexuales producidas por la ansiedad comienzan siempre como un suceso casual. Es un episodio sin importancia. Pero si la ansiedad de base no es tratada, esos episodios se vuelven a repetir. Cuando esto ocurre, la persona que lo sufre se preocupará más y más de lo sucedido.

Esas preocupaciones se convierten irremediablemente en miedo. Es decir, en pensamientos tales como “quizás no consiga mantener mi pene erecto”, o “me dolerá la penetración”, “quizás mi pareja me deje por esto”, etc. Son pensamientos recurrentes que merman la autoestima, y la capacidad de mantener relaciones sexuales satisfactorias.

Factores que generan la ansiedad de ejecución

Entre los factores que puede generar este tipo de ansiedad están:

  • Miedo a fracasar. Se genera un miedo atroz a no poder responder de forma adecuada a las perspectivas que pueda tener la otra persona.
  • Obligación. Crearse la necesidad de responder sexualmente siempre y de forma satisfactoria.
  • Estar en alerta. No se puede mantener relaciones sexuales satisfactorias cuando se está en un estado de alerta y de estrés elevado.
  • Exceso de altruismo. Sucede cuando la persona está más pendiente de satisfacer a la otra persona que a ella misma. Esto hace perder concentración.
  • No se puede mantener relaciones satisfactorias cuando se está constantemente observando si responderemos bien o no en el acto sexual.

La preocupación como base de la ansiedad

Cuando una persona comienza a preocuparse en exceso, se segregan las hormonas relacionadas con el estrés. Esto anula por completo la respuesta sexual, y es cuando la persona cae en un círculo vicioso difícil de superar.

Ante una relación sexual no completa por culpa de la ansiedad, la persona comenzará a preocuparse y eso hará que se anticipe a la próxima relación sexual. Debido a ese gran estrés volverá a tener una respuesta sexual nula, y el ciclo se repetirá sino se encuentra una solución.

Por otro la lado, sino se comenta a la otra persona, ésta puede llegar a sentirse poco atractiva, frustrada y  no deseada. Es fundamental hablar con la pareja de lo que ocurre para que forme parte activa de la solución.

Una vez tratada la ansiedad, la respuesta sexual volverá a la normalidad. Si bien la ansiedad afecta al deseo sexual, cuando es tratada todos los aspectos de la vida de la persona que lo sufre se normalizan.

Consejos para superar la disfunción sexual por ansiedad

  • Mejora la confianza con tu pareja. Es esencial que tu pareja sexual sepa que te ocurre, y cómo puede ayudarte. Para ello es necesario una buena comunicación basada en la confianza plena. Así que es necesario hablar y no hacer como si nada hubiera ocurrido.
  • Deja a un lado el estrés. Intenta separar los estados de estrés de las relaciones sexuales. Necesitas aplicar técnicas de relajación que te permitan reducir los niveles de estrés, como por ejemplo, la respiración terapéutica, hacer actividades, o ejercicio físico entre otras. Es importante estar lo más relajado posible a la hora de realizar el acto sexual.
  • El sexo no es una obligación. Quítate estos perjuicios. No estamos obligados a mantener relaciones sexuales aun cuando no tengamos ganas, o no nos encontremos bien. No te tomes el sexo así, sino como algo placentero.
  • El sexo no es algo sólo físico. Recuerda que para que el sexo sea plenamente satisfactorio debe haber un bienestar físico y emocional de base. Si no te encuentras bien mentalmente tendrás una respuesta sexual nula. Cuida de tu bienestar emocional, y todo volverá a la normalidad.
  • No te culpes. Si no puedes tener una respuesta sexual plena no te culpes. Nadie elige sufrir un trastorno emocional. Escapa de tu voluntad. Así que no te fustigues y busca soluciones al respecto.
  • Tomate tu tiempo. Cuando realices el acto sexual, toma tu tiempo. Deja que tu cuerpo y tu mente responda a los estímulos adecuadamente. Usa los preliminares como método de encontrarte a ti mismo, y de cómo puedes responder.
  • Busca ayuda profesional. Siempre que se sufras altos niveles de ansiedad, ésta debe ser tratada adecuadamente. Los problemas sexuales asociados con la propia ansiedad se solucionarán si tratas aquello que lo produce: la ansiedad. Así apóyate en tu pareja durante todo el proceso, y busca ayuda psicológica.

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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Agresión sexual, la violación como castigo

Por Daniel Molina Deja un comentario

agresión sexual

Los miserables actos de una agresión sexual llevan mucho tiempo en el punto de mira de psicólogos, psiquiatras y criminólogos, que intenta responder a preguntas tales como: ¿cuál es el perfil psicológico del violador? ¿Qué secuelas ocasiona una agresión sexual a la víctima? ¿Por qué ocurren estos infames actos de violencia sexual?

Aunque se piense lo contrario, este problema es poco tratado y estudiado por los expertos. Posiblemente por la complejidad que conlleva entender por qué una persona, o un grupo de personas llevan a cabo en este tipo de violencia sexual. La violación en grupo constituye la formación de una unión con personalidades dispares que actúan de modo conjunto para lleva a cabo un acto tan horrible. Por ello es complicado poder realizar un estudio factible sobre el tema, y conseguir resultados fiables. Por ese motivo no existen muchas referencias académicas ni de investigación acerca de este tema.

Intentaré en este artículo aclarar algunos puntos referentes a esta temática, y poder arrojar algo de conocimiento acerca de todo lo que conlleva a tan brutales actos, siempre desde un punto de vista profesional y alejado de sensacionalismo.

Cuando se sufre una agresión sexual

Quien sufre una agresión sexual, siente como toda su existencia cambia. Es un hecho difícil de gestionar, y afecta inevitablemente todos los aspectos de su vida. Es un acto terrible que destroza emocionalmente a quien la padece principalmente y a todo su entorno.

Tenemos que pensar que cualquier persona puede convertirse en víctima. Nadie está a salvo de esta clase de salvajes. Por ese motivo no debemos abandonar a su suerte a las víctimas, sino darles todo nuestro apoyo y ayuda, y hacer pagar legal y socialmente a los agresores su delito. Es abominable que un sector de nuestra sociedad culpabilice a la víctima. Nadie merece ser agredido. No existen excusas que justifiquen ninguna agresión sexual. Ni la forma de vestir, ni la actitud, ni las compañías con motivos para ser víctimas de una agresión. Centrémonos en proteger a quien puede ser o es víctima de una violación, y dejemos de buscar motivos. No existen excusas para justificar tal brutales actos.

Los daños físicos y psicológicos de la víctima deben ser tratados adecuadamente. Si bien es cierto que las heridas físicas se sanan rápidamente, las psicológicas necesitan de mucho tiempo y esfuerzo para poder dejar a un lado todo ese dolor. En esos tratamientos deben involucrarse tanto la persona afectada, como todo su entorno. Es importante saber cómo podemos ayudar y como puede ayudar los demás a la víctima de una agresión sexual.

Perfil psicológico del violador

Es indudable que existe una gran diversidad de variables que influyen a la hora de cometer tan atroces actos. De igual modo no podemos hablar de un único perfil de violador, y es posible localizar una serie de variables que son comunes entre todos los tipos de agresores sexuales:

  • Su personalidad no tiene por qué ser extraña. Tendemos a pensar que como la mayor parte de las personas no cometen violaciones, los agresores sexuales deben ser gente poco común, con peculiaridades diferentes al resto de la población. Pero no es así. La gran mayoría de violaciones son cometidas por personas con un perfil que están dentro de la “normalidad”. Muchos de ellos tienen una vida ordenada y normal.
  • Su satisfacción es el poder, no el sexo. Es la característica más común de la mayor parte de los violadores. Su objetivo principal no es obtener gratificación sexual, sino sentirse poderosos doblegando a su víctima. Se sienten atraídos por la idea de ejercer dominación, es decir, que las otras personas le obedezcan.
  • Buscan victimas que consideran más débiles. Los agresores buscan victimas que sean más débiles físicamente que él con tal de poder someterlas con más facilidad. Todo está vinculado a poder ejercer su poder, y si se topan con menos resistencia mejor.
  • Se sienten frustrados e inferiores. Son personas incapaces, con pocas habilidades personales y sociales, que expresan su frustración con explosiones de ira. Tienen la necesidad de someter a los demás para sentirse por encima de los demás.
  • No sienten empatía. Suelen ser personas incapaces de ponerse en el lugar de los demás. No tienen en cuenta los sentimientos y las necesidades de los demás. Solamente tienen la necesidad de alcanzar sus objetivos y sus cubrir todas sus necesidades personales. No les importa los daños que puedan infligir en sus víctimas. Las trataran como objetos que les ayuda a conseguir aquello que anhelan.
  • Son incapaces de pensar en las consecuencias de sus actos. Diversos estudios dictan que los agresores sexuales, en su mayoría, cometen sus agresiones sin valorar sus consecuencias. Es decir, sin pensar si serían detenidos o juzgados. Es algo que no les importa en el momento de cometer la violación.
  • Pueden haber sido víctima de abusos. Muchas personas que cometen delitos sexuales han sido víctima de la misma violencia en edades tempranas. La víctima se convierte en agresor en muchas ocasiones. Su desarrollo sexual no ha sido el adecuado y se basa en el sometimiento. Por ello repiten los mismos patrones.
  • Creen tener el derecho de hacer lo que hacen. Muchas veces por razones culturales, sociales, o personales, el agresor cree tener todo el derecho de cometer la agresiones.
  • No son enfermos mentales. Saben muy bien distinguir entre el bien y el mal. Saben que hacen daño a sus víctimas, pero no les importa siempre que ellos consigan su gratificación psicológica. Es cierto que pueden haber casos de violaciones durante estados psicóticos, maníacos o realizados por personas con discapacidad intelectual. Pero normalmente los agresores suelen tener rasgos psicopáticos, y estos perfiles saben muy bien lo que hacen. No son enfermos mentales. Los violadores suelen ser imputables judicialmente.
  • Culpabilizan a sus víctimas. Evaden su responsabilidad cargando contra su víctima, ya sea porque crea “que iba provocando” o cualquier otra triste excusa que pueda justificar para él sus actos.

Cuando las violaciones son en grupo

Comúnmente creemos que la satisfacción sexual es el motivo principal que empuja a los violadores a cometer una agresión sexual. Pero no es del todo cierto, ya que suelen darse diversos factores psicológicos que están implicados, como por ejemplo la necesidad de control, y de sentirse poderoso doblegando a su víctima. Repasemos los principales motivos que nos puede explicar por qué se producen tales agresiones sexuales grupales:

  • Demostrar que pueden controlar a otra persona. Que tienen el poder.
  • Castigar a la víctima. Los agresores pueden llevar a cabo sus agresiones porque creen que su víctima merece lo que está ocurriendo por motivos dispares, como por ejemplo una infidelidad, o por portar una indumentaria que ellos creen que no es la correcta, etc. Creen que su víctima han infringido alguna norma social.
  • Intentar aparentar ser más duro y fuerte que los demás. Muchas delas violaciones en grupo suceden durante fiestas, eventos deportivos o actividades de ocio, y se llevan a cabo de la siguiente manera: Primero el hombre más atractivo o carismático se gana la confianza de su víctima. Mediante la ingesta de alcohol o drogas, acrecentar la vulnerabilidad de la víctima. Y por último con ayuda de sus compañeros, cometen conjuntamente la violación.

Factores psicológicos en el agresor sexual grupal

Qué sucede en la mente de los agresores sexuales grupales que les empuja y les permite cometer tan atroces actos de violencia irracional. En sus agresiones se dan los siguientes factores psicológicos:

  • Formar parte de un grupo. Un conjunto de personas que crea un vínculo emocional fuerte conforma un grupo donde los individuos dejan de pensar por sí mismos, y se dejan llevar por la consciencia grupal. Es decir, cada persona que conforma el grupo deja de pensar por sí mismo y recapacitar sobre sus acciones, así como las repercusiones de las mismas, para cavar actuando conforme las exigencias del grupo al que pertenecen.
  • Cada individuo deja de percibir que son responsables de sus acciones, y su sensación de culpa se ven diluida, pudiendo echar la culpa de todo el mal que hacen al propio funcionamiento del grupo.
  • Hay un refuerzo mutuo. Durante la ejecución de las agresiones, todos se animan mutuamente. De ese modo se olvidan de las consecuencias de sus acciones y del daño que provocan.

Existen dos tipos de agresores en estos grupos

  • El cabecilla. Es el sujeto que ejerce su influencia al resto de miembros del grupo. Suele ser la persona más carismática, o la más fuerte. Son personas que son capaces de manipular y dar órdenes al resto. Buscan la víctima y decide cómo cometer las agresiones.
  • Los participantes. Suelen ser personas con baja autoestima, y con problemas de personalidad. Son personas emocionalmente vulnerables, que pueden ser manipulador con facilitar. Necesitan la guía de un líder. Su papel es más sumiso que el cabecilla, y simplemente se dejan llevar.

Secuelas psicológicas de una agresión sexual

La persona que ha sufrido una agresión sexual contempla como le han arrebatado su parte más íntima y privada: su sexualidad. Esa parte de ella que comparte con quien quiere. La agresión puede darse de mil maneras diferentes, y todo ello afecta a la víctima de maneras muy distintas.

Cuando una persona es agredida sexualmente, existe en un primer momento una fase de shock. Es un momento tan intenso que la persona puede llegar a sentirse confundido, aterrada y desorientada. Se crea un bloqueo que ayuda a la víctima a protegerse del mundo exterior, y sobre todo de apaliar el daño emocional sufrido.

Después existe otra fase en la cual la victima va tomando consciencia de todo lo ocurrido. Todo surge a medida que es atendida por la policía y los profesionales sanitarios. Poco a poco su mente va recordando lo ocurrido, y se va racionalizando el dolor que sufre en ese momento. Será capaz de reconstruir todo lo que ha pasado, y lo revivirá constantemente en su cabeza. Lo positivo es que puedan verbalizar todo lo que han sufrido, con todo detalle. Y ese grado de revisión llevará un tiempo y un tratamiento adecuado.

Una vez ocurrido todo el curso legal y médico, las victimas se enfrentan a una última fase en la cual llegan a padecer el conocido como trastorno de estrés post-traumático. Y se manifiesta del siguiente modo:

  • Las victimas reviven constantemente la agresión que han sufrido. Todo ello sustentado por recuerdos involuntarios e imágenes que regresan a su mente.
  • Sufren inevitables aumentos de los niveles de ansiedad. Están siempre en estado de alerta como respuesta adaptativa a lo ocurrido, y por ello se activa todas las alarmas, sufriendo continuos ataques de pánico o ansiedad.
  • Evitación de situaciones o lugares asociados a la agresión que han padecido.
  • Aparecen ciertas alteraciones emocionales y físicas, como por ejemplo trastornos del sueño, irritabilidad, falta de concentración, apatía, o un estado anímico bajo, entre otros.

Toda esta sintomatología debe ser tratada profesionalmente. Si el estrés post-traumático no se trata de forma correcta, se convierte en un trastorno crónico que pueden llevar a la víctima al autoaislamiento, e incluso al propio suicidio.

Secuelas en familiares y entorno social

Cuando se produce una agresión sexual, ésta no sólo afecta a la víctima, sino también a sus familiares, a su pareja si la tiene, y a todo su entorno social. Por ello, cuando se realiza una terapia para reparar los daños de dicha agresión, también debe participar el núcleo más cercano a la víctima. En esas sesiones se pueden tratar de forma abierta todas las inquietudes, desde los sentimientos de culpabilidad hasta cómo poder ayudar a la propia víctima.

En estas sesiones es imprescindible que la pareja de victima (si tiene pareja) participe en ellas. De ese modo sabrá cómo se siente su pareja y cómo puede ayudarla en su recuperación emocional, psicológica y afectiva.

Sobretodo debemos hacer hincapié en que el tratamiento debe ser íntimo y respetuoso con las necesidades de la propia víctima, apoyándonos en la ayuda familiar y de su entorno más cercano.

A modo de reflexión

La violación es siempre un delito. Da igual a qué clase de persona se la ha agredido sexualmente. No importa su condición social, sus pensamientos, su modo de vestir, su poder económico, etc. Toda violación es un delito, y debe ser castigado con toda la dureza que se posible.

No valen excusas ni justificaciones. Quien hagas daño a otra persona debe ser castigado legalmente y repudiado socialmente. No debemos proteger a quien daña, sino a las víctimas. Ya que éstas últimas no han elegido lo ocurrido, en cambio el agresor sí. Él buscó una víctima, y decidió atacarla, dañándola tanto física como psicológicamente. Por tanto merece todo el castigo que sea posible. Nadie tiene el derecho a dañar a los demás. ¡Nadie!

Nos falta mucho camino en materia de educación, ya que sólo educando podemos prevenir estos miserables actos, y sobretodo no culpabilizar a las víctimas. Necesitamos programas de detección y prevención efectivos. Necesitamos leyes más severas. Y sobre todo, necesitamos programas terapéuticos y de apoyo total a las víctimas de cualquier agresión. Sólo así podremos tratar la problemática con la contundencia y efectividad que requiere. Entre todos tenemos que acabar con cualquier tipo de agresión, y entre ellas de la agresión sexual.

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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Perdonar a quien nos hizo daño

Por Daniel Molina 18 Comentarios

perdonar

Perdonar a quien nos dañó

Antes de comenzar este artículo me gustaría lanzarte algunas preguntas acerca del perdón y perdonar. Ahí van:

¿Cuándo fue la última vez que alguien te pidió perdón cuando te hizo daño?

¿Cuándo fue la última vez que pediste perdón?

¿Cuándo fue la última vez que perdonaste?

¿Cuándo fue la última vez que te perdonaron?

Quizás no somos conscientes de la inmensa necesidad que tenemos de perdonar y pedir perdón. Haz la prueba. Quédate en silencio, respira, y di en tu interior: ¡perdón!

¿Qué has sentido?, el perdón es una palabra con tanto sentido que es capaz de aliviar nuestra alma del mal que nos hizo otras personas. Nos libera del mal ajeno. Es un acto necesario para nuestro bienestar psicológico y emocional.

Al perdonar nos sentimos aliviados. No tenemos porqué llevar tan pesada carga en nuestras espaldas. Al perdonar, dejamos toda la basura que alguien depositó en nosotros a un lado, siguiendo nuestro camino. El perdón es necesario.

La palabra perdón proviene del latín: per-donare, que significa “regalar totalmente”. Su significado es tal y como debería ser el perdón, es regalar a la otra persona la oportunidad de deshacer todo el daño que ha hecho.

Perdonar se convierte así en un acto generoso, que permite al otro poder equivocarse, y abrir una puerta a la reconciliación. Es un acto puramente curativo, que nos ayuda a aceptar nuestras heridas, saber que nos daña, y cómo podemos actuar para hacer frente a ese dolor.

Por otro lado, perdonar no es olvidar. Es un error muy común. No podemos borrar de nuestra mente todo lo negativo y malo que hemos vivido. Es imposible. Por tanto debemos acertar las cosas tal y como han sido, y sacar un aprendizaje de todo el dolor sufrido.

¿Qué necesitamos para perdonar?

  • Aceptar lo ocurrido. El primer paso es tener presente todo lo que hemos vivido y sufrido. Saber la causa de nuestro dolor nos permite afrontarlo de un modo más efectivo.
  • Quizás debemos ponernos en los zapatos del otro para saber por qué ha hecho lo que ha hecho. De ese modo podremos llegar a entender su comportamiento, y podemos perdonarle más fácilmente.
  • Recuerda cuando te han perdonado a ti. A veces has sido tú quien has dañado a otras personas, y habrás obtenido su perdón. Todos tenemos el derecho a errar, y posteriormente reparar el daño que hemos hecho. Por ese motiva acepta el perdón de quien te hirió.
  • Expresa tus emociones. Debes siempre expresar cómo te sientes a quien te ha hecho daño. Tiene que saber que su comportamiento y sus palabras te dañaron. Tiene que ser consciente de aquello que ha hecho mal.
  • Toma la decisión. Tú eres quien decides finalmente perdonar o no. Pero no dar el perdón significa cargar con todo ese daño, con todo ese rencor. La vida es demasiado corta para tener que soportar tanto peso. Libérate con el perdón y continúa viviendo.

Perdonar a quien nos hirió

Cuando alguien nos ha hecho muchísimo daño, siempre nos preguntamos si esa persona que nos ha herido, intencionadamente o no, merece nuestro perdón. Ese dolor nos afecta sobre todo cuando quien nos hizo daño es una persona muy cercana, como puede ser un familiar, un amigo, o nuestra pareja.

El perdón favorece la reconciliación con quien nos hirió, pero no necesariamente se produce así. El hecho de perdonar en sí, es más bien un proceso que necesita tiempo para poder aceptar ese perdón de un modo sincero.

Perdonar significa que la perdona dañada reconoce aquello que ha sucedido, y aun sabiendo que la situación puede no estar justificada, y la persona que ha causado el daño no merece ser perdonada, toma la decisión de hacerlo. Por tanto es una decisión personal. Puedes perdonar o no, eso dependerá de tu modo de gestionar el dolor emocional.

Tipos de perdón

Podemos encontrar tres tipos de perdón:

  • El perdón episódico: relacionado con un daño u ofensa particular dentro de una situación concreta.
  • El perdón diádico: propensión por el perdón dentro de una relación, pudiendo ser ésta familiar o sentimental.
  • El perdón disposicional: la disposición de una persona a perdonar a medida que pasa el tiempo, y a través de diferentes situaciones.

El perdón y la incapacidad de olvidar

En nuestra vida, todos hemos sufrido miles de desilusiones. Han podido darse a nivel de pareja, con nuestras amistades, o con conocidos. Son experiencias tan negativas que han dejado huella en nuestro interior.

Todos hemos sido dañados alguna vez. Son experiencias y vivencias que forman parte de la vida. Provocan en sí un gran dolor emocional porque nos sentimos traicionados.  Aun así somos capaces de perdonar cuando deseamos seguir con esa relación.

Pero perdonar no es olvidar. Y ese dolor queda siempre en nuestro interior. Y ese dolor siempre suele surgir cuando volvemos a revivir una situación similar a la que os dañó. Por ese motivo debemos hacer un verdadero ejercicio interior para perdonar adecuadamente. Sino ese perdón será ficticio y momentáneo.

Antes de perdonar debemos llegar al fondo del problema. No es suficiente perdonar sin más. Cuando lleguemos a la raíz de la problemática, podremos afrontarla adecuadamente. Una vez comprendido y asumido los problemas, podemos llegar a perdonar.

Aunque lleguemos a perdonar a quien nos hizo daño, no lo podremos olvidar. Nuestro cerebro no tiene la capacidad de borrar lo vivido. Pero lo que si podemos hacer, es gestionar ese dolor y vivir con ello. El tiempo mitiga todo el daño recibido.

¿Cuándo es conveniente el perdón o cuándo no?

Con el perdón, aparte de aliviar nuestra carga emocional, también nos ayuda a mantener nuestras relaciones y amistades. Perdonar siempre es la mejor opción, pero quizás exista un límite. Por tanto, ¿es adecuado perdonar siempre o deberíamos tener en cuenta algunos aspectos? Por nuestra salud emocional, todos deberíamos tener un límite a la hora de asumir el perdón. Entre los principales aspectos encontramos:

  • La integridad y la autoestima. A veces, el dolor es tan profundo, que tiene tal coste emocional que es difícil aceptar el perdón. El daño que va directo a los sentimientos son los más difíciles de perdonar. Debemos entonces saber cuáles son nuestros límites, es decir, qué somos capaces de perdonar y que no. No permitas que nadie vulnere tu autoestima ni tu integridad.
  • Perdonar siempre lo mismo. Podemos aceptar el perdón por aquello que te hizo daño en el pasado, y por un hecho puntual. Pero si vuelve a repetirse con la misma intensidad, y con los mismos resultados, es caer con la misma piedra.
  • ¿Y si no perdonamos? En ocasiones, nuestro perdón llega por el miedo a romper una relación, sea ésta de amistad, sentimental o familiar. Ese miedo nos hace perdonar. Pero es un perdón no sincero basado en nuestros miedos. Debemos pensar entonces dónde están nuestros límites. No podemos tener una vida llena de engaños y mentiras. Debemos vivir íntegramente con personas que nos quieran y nos respeten.

Perdonar como acto de liberación

Como todos sabemos, cuando algo nos hizo mucho daño es porque la persona que nos causó ese dolor, nos importa. Tenemos que entender el perdón como necesario, que nunca debe ser entendido como vulnerabilidad, sino con la flexibilidad con uno mismo, con nuestras emociones y prioridades. En rencor sólo nos ata al pasado. No atrapa como prisioneros, y no nos permite continuar con nuestra vida. Por ese motivo, el perdonar es un acto de liberación de esa carga que no sirve para nada, sólo para que sucumbir al dolor.

Existen personas que se aferran a ese malestar que les provoca revivir el pasado. De ese modo se estancan y les sirve de escudo para no exponerse a situaciones, y personas que les puedan hacer daño de nuevo. Quien opta por este tipo de vida, se quedará en soledad con su rencor, su odio, y su dolor. No podemos renunciar a todo lo bueno que hay en el mundo y en nuestras vidas.

Quien se escuda en su dolor, está construyendo un muro donde cada ladrillo es una experiencia dolorosa para esa persona. Llegan a convertirse en verdaderos expertos en escudarse en esa “zona de confort”, donde no ocurre nada.

No podemos construir muros. Siempre estamos expuestos a sufrir daños. La vida es así. Vivimos experiencias negativas y positivas. De lo bueno tenemos que disfrutar, y de lo malo, tenemos que sacar siempre una lección. El perdón es necesario para continuar y dejar de estar atados al pasado. Lo pasado, pasado está.  Perdonar no significa olvidar, significa dejar a un lado lo malo para centrarnos en todo lo bueno que tiene la vida. Por tanto, ¡vive!

Cómo perdonarnos a nosotros mismos

La propia vida, a veces nos lleva a situaciones en la cual no actuamos todo lo bien que cabría esperar, o simplemente no actuamos con la claridad necesaria, y nos equivocamos. Errar es humano, y de hecho, cometer errores es parte esencial en nuestro aprendizaje vital.Tenemos que aprender a perdonarnos.

A veces son decisiones desacertadas, mala comunicación, o momentos que se tuercen por algún motivo. Pero nuestros errores siempre acaban anidando en nuestro interior sino somos capaces de pedirnos perdón a nosotros mismos.

Pedir perdón a los demás puede resultar más fácil que perdonarnos a nosotros mismos, ya que siempre seremos más rígidos con nuestros propios errores. En ese momento de auto perdonarnos estamos solos, no nos dirigimos a terceras personas. Es un proceso interno en el cual sólo tenemos que justificarnos antes nosotros. Es un dialogo directo con nuestro propio ser.

Debemos darnos la oportunidad de ser quien somos. Con nuestras virtudes y nuestros defectos. Somos responsables de nuestras decisiones, pero también tenemos el derecho de errar y cometer miles de fallos, como lo hace todo el mundo. Por tanto debemos aceptarnos tal y como somos, y dejar de exigirnos tanto. Hay que aprender de la experiencia interior que hemos vivido, y continuar con nuestra vida.

Si nos perdonamos, sabremos cómo enfrentarnos a situaciones nuevas o conocidas. Y lo haremos de un modo natural y emocionalmente sano. Perdonarse a uno mismo siempre es liberador. El perdón siempre nos ayudará a retomar el control de nuestra propia vida, a conocernos mejor, y sobre todo a ser más felices.

Cómo perdonar

Perdonar no es nada fácil. Pero cuando comiences a aceptar el perdón, dejarás atrás el pasado, y por tanto podrás recuperarte emocionalmente. Y lo más importante, podrás sentirte feliz de haber soltado todo ese dolor, y haber liberado tu interior de las heridas que tanto dolor te producían.

Por ese motivo, debemos aprender a perdonar y sanar las heridas de una vez por todas. Para ello hay unos pasos principales que podemos seguir:

  • Acepta que el dolor afecta tu vida. El perdón es liberación. Si decides perdonar es porque te lo mereces. No se trata de la persona que te hizo daño, sino de ti mismo. No debes cargar con ese dolor. Libérate de él y sigue con tu vida.
  • ¿Merece la pena continuar con ese dolor? Plantéate esa pregunta. Quizás el dolor sea muy intenso, pero no puedes arrastrar con él para siempre. Debemos perdonar para avanzar. No quiere decir que olvidemos, sino que queremos seguir avanzando, y no queremos esas cadenas.
  • Expresa tus emociones. Tienes que sacar al exterior todo aquello que está en tu interior. Es el mejor modo de curar tus heridas emocionales. Las personas de tu alrededor, podrán de ese modo saber cómo darte su apoyo. Libérate de toda esa carga que llevas en tu interior y expúlsala. La vida es demasiado corta para vivir con odio y rencor.
  • Acepta tus fallos. Dentro de cada uno de nosotros existen emociones dañinas ocasionadas por no saber perdonar a tiempo, como es la humillación, la tristeza, el rechazo, y la decepción. Es importante que aceptes esas emociones, y trates de ponerte en el lugar de la persona que te hizo daño. Nadie es perfecto, y todos podemos errar. No seas tan exigente con los demás y aprende a empatizar. De eso modo podrás entender el porqué de su comportamiento.
  • Deja atrás el pasado. El pasado sólo se superar perdonándonos, y perdonando a los demás. No podemos vivir en él. Debemos abandonar el rencor, y volver a ser dueños de nuestra vida. El perdón es un proceso que nos permitirá continuar, sin que el pasado afecte a futuras relaciones y vivencias.

Conclusiones

Como ya sabemos el perdón es necesario. No perdonar significa quedarnos para siempre en el pasado, sumidos en el dolor, en el rencor, y en el odio. No debemos soportar tan pesada carga. Por ese motivo debemos perdonar, no por reparar el daño, sino por librarnos de él, y seguir con nuestras vidas.

No podemos controlar el comportamiento de los demás, pero si podemos gestionar como nos afecta las acciones de esas personas hacia nosotros. Tenemos que marcar los límites, es decir, tener claro y expresar a los demás que queremos y que no en nuestras vidas. Quien sobrepase esos límites, debe ser dejado a un lado, y continuar nuestro camino. Tu vida es tuya, y tú decides cómo vivirla y con quien. Todo se basa en decisiones. Así que tómalas, y avanzar. Deja el pasado, vive el presente, y mira al futuro. Todo está en ti.

Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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La ansiedad, guía completa

Por Daniel Molina 11 Comentarios

la ansiedad

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una sensación natural y normal, que experimentamos las personas en momentos potencialmente peligrosos o de preocupación extrema. La propia ansiedad nos sirve para poder reaccionar lo mejor posible en momentos difíciles. Es decir o enfrentándonos al peligro o huyendo de él. Esa elección dependerá del momento y de nuestra reacción.

Sin un mínimo de activación de la ansiedad, por ejemplo, un estudiante no estudiaría para sus exámenes, o en una situación peligrosa con el coche, no podrías reaccionar rápidamente, haciendo todo lo posible por evitar el daño personal. Por tanto decir que la ansiedad es necesaria y natural, siempre que sus niveles sean los normales.

Pero cuando una persona se encuentra ansiosa con cierta frecuencia, sin que parezca haber una razón para ello, es cuando esa persona se tensa en exceso, y entonces la ansiedad se convierte en un problema de salud, que produce sensaciones muy desagradables.

Como la ansiedad es una reacción natural de nuestro organismo, el objetivo no es hacer que ésta desaparezca, sino aprender a controlarla, y reducirla a niveles manejables y totalmente adaptativos.

¿Qué sentimos al tener ansiedad?

Cuando sufrimos ansiedad se produce una excitación masiva de nuestro sistema nervioso, originándose una serie de síntomas. Los más comunes son:

  • Tensión corporal. Sobre todo en el cuello, hombros y espalda.
  • Respiración dificultosa.
  • Visión nublada.
  • Sofocos.
  • Taquicardias. Opresión en el pecho.
  • Nauseas.
  • Sudoración extrema.
  • Temblores y hormigueos.
  • Sensación de mareo.

¿Sufro un infarto o un ataque de ansiedad?

A continuación vamos a ver las cuatro grandes diferencias entre sufrir un ataque de ansiedad o un infarto:

INFARTOATAQUE DE ANSIEDAD
DOLOR EN EL PECHONo es un dolor de pinchazos, sino una opresión continua en pecho y espalda.El dolor es intermitente y de diferentes intensidades.
DOLOR EXTREMIDADES Si notas raro el brazo izquierdo, mientras el pecho te arde, estás sufriendo un infarto. El dolor del pecho y el brazo se trasladan también al cuello, con rigidez incluida, y a las mandíbulas.Es habitual que notemos brazos y piernas adormilados. Incluso continuos pinchazos que llegan hasta las yemas de los dedos. 
DURACIÓNSi han pasado más de cinco minutos y el dolor no remite, llama a Urgencias.En 10 minutos, debería haber remitido y el afectado estar algo más sereno y sosegado.
OTROS SÍNTOMASSudor frío y náuseas.Pensamientos negativos y catastrofistas.

¿Cómo solemos afrontar la ansiedad en un primer momento?

Cuando sufrimos algún episodio de ansiedad, en vez de solicitar ayuda profesional, solemos evitar las situaciones que nos producen ansiedad. Es una estrategia que funciona a corto plazo. Pero la ansiedad si no se trata, siempre vuelve. A largo plazo, esa evitación se convierte en un hábito perjudicial. Cuando más evitemos una situación desagradable, más fuerte se hará ésta, y más débil se sentirá la persona. Habremos perdido la confianza en nosotros mismos. Los problemas no disminuyen por si solos, sino que van aumentando con el tiempo.

Otras personas, para tratar de reducir la tensión de la ansiedad, cuando se sienten ansiosas, suelen comer, fumar o beber en exceso. Es un alivio temporal, pero que a largo plazo la situación se suele complicar. De hecho, el café, el abuso de alcohol o tabaco, aumentan la tendencia a sufrir un brote de ansiedad.

¿Qué pensamos cuando tenemos ansiedad?

La ansiedad tiende siempre a exagerar los problemas que padecemos. Nuestra preocupación aumenta en exceso, incluso por cosas que jamás sucederán, y en nuestra mente siempre surgirá la idea de que cuando lleguen los momentos realmente difíciles, no seremos capaces hacerlos frente.

Cuando los síntomas propios de la ansiedad se agraven, tenderemos a pensar que físicamente estamos enfermos, y que algo terrible nos va a suceder. Esta clase de pensamientos catastrofistas harán que aumenten la intensidad de los síntomas que ya padecemos. Es un círculo vicioso que se va estableciendo en torno a nuestra ansiedad.

¿Qué causa la ansiedad?

No es nada sencillo responder a esta pregunta. Hay muchas variantes y la causa de la ansiedad varía de unas personas a otras. Algunas de las principales causas son:

  • Una reacción desmesurada ante las dificultades.
  • Un acontecimiento muy negativo y desagradable.
  • La aparición de un problema importante, o a acumulación de pequeños problemas.
  • Después de sufrir acontecimiento negativos.

El modo de desarrollar un trastorno de ansiedad puede ser muy variado. Por ese motivo, es importante reflexionar para poder descubrir la verdadera causa, y poder de ese modo, hacer frente a la problemática de un modo más eficaz.

¿Qué mantiene la ansiedad?

Una vez que la ansiedad aparece en nuestras vidas, se mantiene en ella, incluso apareciendo cuando no existe ya una causa aparente. Este es debido a que hemos adquirido el hábito de preocuparnos y sufrir por ello en exceso. Hemos aprendido a evitar y temer las situaciones difíciles. Nuestro cuerpo y nuestra mente se han habituado a estar siempre en tensión ante todo tipo de situaciones.

La ansiedad crea de por si un círculo vicioso. Como los síntomas son desagradables, la persona se vuelve más sensible ante los estímulos negativos, y eso le produce aún más ansiedad. Con ello, su sintomatología se agudiza.

¿Qué consecuencias tiene la ansiedad?

Debemos saber es que la ansiedad no causa ningún problema físico ni puede dañarnos la mente. Este trastorno no produce lesiones cardiacas ni nos llevará a perder el control, aunque su sintomatología sea muy desagradable.

Sin embargo, la ansiedad sí que puede generar sentimientos de infelicidad, depresión, irritabilidad, alteraciones del sueño, problemas en las relaciones personales y sentimentales, consumos de tóxicos, etc. Por ese motivo es fundamental saber cómo afrontarla.

¿Cómo frenar la ansiedad?

Lo primero que tenemos que hacer es impedir que este trastorno aumente. Para ello, tendremos que hacer cambios en nuestro estilo de vida, como por ejemplo:

  • Hacer ejercicio físico (natación, caminar, correr, etc.).
  • Priorizar las cosas. Es decir, hacer primero lo importante y luego lo demás. No todo a la vez.
  • Tener tiempo para ti. Un tiempo para hacer aquello que quieras y que te guste, sea lo que sea.
  • Ponerse objetivos realista, y no exigirse más de lo que uno puede abarcar.
  • Aprende de tu ansiedad, y de que sientes cuando sufres un ataque de pánico. Te ayudará a saber cómo actuar ante los primeros síntomas.
  • Elimina relaciones o situaciones que agraven tu ansiedad.
  • Busca ayuda profesional.

¿Cómo podemos relajarnos?

Existe una técnica muy efectiva para conseguir una relajación total de cuerpo y mente. Para ello debemos adoptar una postura que sea lo más cómoda posible. Para ello túmbate, aflójate la ropa que pueda apretar, y quítate todo lo que te pueda molestar (relojes, zapatos, etc.).

Después debes tensar cada musculo de tu cuerpo. Por ejemplo, empezar por las manos. Cerrándolas y después abriéndolas. Todo en ronda de 10 segundos. Es decir, 10 segundos para tensar, y otros 10 segundos para relajar el musculo. Luego los brazos, los hombros, y el cuello. Hacer lo mismo con los pies, piernas y cintura.  Una vez destensando un grupo muscular, no hay que volver a tensarlo. Todos estos ejercicios deben ir acompañados por una respiración pausada y lenta. Inspirando y expirando de forma calmada.

¿Cómo podemos afrontar a preocupación?

Tenemos que comenzar a distinguir entre preocupaciones reales y no reales:

-Preocupación real: es la causada por un problema real que permite buscar una solución, y mejorar la situación. Por ejemplo, cuando una persona tiene un problema de tipo económico, puede buscar una solución factible, como pedir un préstamo, o ahorrar. Un problema real no se puede ignorar porque no se soluciona por sí solo. Ante las preocupaciones reales, siempre hay que actuar.

-Preocupación no real: es aquella que se basa en problemas imaginarios. Por ejemplo, una persona que está preocupada por el dolor en el pecho que le produce la ansiedad, y acude al médico, y éste le dice que no tiene nada grave, pero sigue preocupada porque cree tener una enfermedad cardiaca.

¿Qué hacer con las preocupaciones no reales?

  • Cuando comenzamos a preocuparnos en exceso, debemos focalizarnos en pensamientos positivos. Tenemos que racionalizar nuestro modo de pensar. Si pensamos que algo malo nos va a suceder eso hará que nuestros niveles de ansiedad se disparen.
  • Si la preocupación persiste, debemos distraernos. Para ello debemos hacer actividades que nos gusten y nos permitan airearnos. Por ejemplo, podemos caminar, pintar, hacer deporte, etc.
  • Tenemos que tener en cuenta nuestras emociones. No intentar reprimirlas o eso nos enfermará.

¿Cómo afrontar situaciones difíciles?

Antes de tomar decisiones, dejamos que los problemas continúen. Creemos que desaparecerán por si solos, pero eso jamás ocurre. Debemos entonces tomar la firme decisión de afrontar las situaciones adversas que estamos intentando evitar.

  • Tenemos que descubrir que situaciones nos crean ansiedad. Seguramente son situaciones que tratamos de esquivar habitualmente. Pero para superar la ansiedad, deberemos dejar de evitarlas y hacerlas frente.
  • Realizar cambios. Debemos modificar o eliminar las situaciones que nos generan ansiedad.
  • Debes afrontar la ansiedad poco a poco.
  • Pide ayuda a las personas cercanas. Su ayuda en fundamental, y decirles cómo nos pueden ayudar facilitará que nos den el apoyo que necesitamos.
  • Escribe qué te ocurre. Hacer un diario de todo aquello que sentimos y pensamos nos ayudará a ordenar nuestro interior, y nos permitirá afrontar la ansiedad de un modo más efectivo.
  • Disfruta del presente, y céntrate en lo que está sucediendo en el ahora. Deja a un lado el pasado y el futuro.
  • Utiliza las técnicas de relajación y respiración antes citadas.
  • Debemos ser perseverantes. Tenemos que hacer frente siempre a las dificultades.
  • Cambia tu modo de pensar y actuar. Los cambios son necesarios. Debemos centrarnos en pensamientos positivos y constructivos.

¿Cómo afrontar las sensaciones de pánico?

Podemos definir el pánico como ansiedad aguda o severa que puede suceder en ocasiones en forma de crisis, que pueden ser muy desagradables, pero que no son perjudiciales, y remiten siempre. ¿Cómo podemos manejar estas crisis?

  • Antes de todo debemos recordar que el pánico no nos puede hacer daño ni en el plano físico, ni en el plano mental. Se trata sólo de sensaciones corporales desagradable, pero no son peligrosas. Debemos mantener la calma en una crisis de pánico porque no sucederá nada malo.
  • Cuando sufras un ataque de pánico, quédate quieto donde estés. Siéntate o túmbate, y comienza a relajarte. Espera y dale tiempo al miedo para que pase. No luches, ni intentes huir. Simplemente acepta el propio miedo.
  • Respira más despacio de lo habitual, y de un modo profundo. Controla la expiración e inspiración.
  • Controla tus pensamientos. No te va a ocurrir nada malo. No vas a morir. No te está dando un infarto. Así que comienza a enfocarte en pensamientos positivos, y sobre todo piensa que la crisis de pánico que estás sufriendo, es pasajera.

¿Cómo recuperarnos de un trastorno de ansiedad?

La recuperación de un trastorno de ansiedad no es algo inmediato. Necesitas esfuerzo y tiempo. Además de ayuda profesional y apoyo de las personas más cercanas. No existen atajos para ello, y la mayoría de las personas tienen altibajos mientras se recuperan.

Los retrocesos son parte normal de cualquier progreso. El hecho de tener días o momentos peores en tu proceso de recuperación no debe desanimarnos. Forma parte del propio proceso. Así que si cuando comiences a sentirte mejor, vuelves a padecer ansiedad, no temas en volver a estar como estabas al principio. Lo habitual tras sufrir un trastorno de ansiedad es que los síntomas no desaparezcan todos a la vez, sino que van desapareciendo poco a poco.

Conclusiones

  • La ansiedad es un trastorno muy habitual que se puede superar.
  • Los síntomas de la ansiedad no son dañinos para la salud.
  • Para afrontar tu ansiedad debes descubrir cuál es su causa.
  • Aprende a calmarte, y a enfocarte en las cosas que importan.
  • Practica ejercicios de relajación.
  • No huyas de lo que temes, afróntalo.
  • Sé perseverante.
  • No existen atajos. Necesitas tiempo y esfuerzo.
  • Busca ayuda profesional, familiar y social.
  • Puedes sufrir altibajos en tu recuperación.
  • Vuelve a reparar, y haz todo aquello que te haga feliz.
  • Puedes salir de todo ello. ¡Hazlo!

 Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online

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