Cuando el miedo nos domina
El miedo no es en sí mismo negativo, nos protege de posibles amenazas, y nos mantiene en alerta. A menudo, el miedo nos ayuda a ser más minuciosos y cuidadosos con todo aquello que hacemos. Sin embargo, cuando el miedo nos domina, consigue controlarnos, nos invade, nos hace prisioneros, y no nos deja avanzar. Por ello, no podemos dejar que ninguna emoción sea dueña de nuestras vidas. No debemos permitir que el miedo nos domine.
Cuando el miedo nos domina, a menudo no somos conscientes de ello. Hay personas que no llegan a identificar lo que les pasa con padecer un miedo irracional. El temor es una realidad que muchas veces consiguen pasar desapercibidas. Se enmascara, y consigue que lo pasemos por alto. Pero el miedo poco a poco se va haciendo dueño de nosotros. Llega a controlar nuestros pensamientos, y nuestro modo de actuar. Puede determinarlo todo. Por ese motivo, es muy importante que sepamos identificarlo. Sólo de esa manera, podremos tratarlo adecuadamente.
Si notas que no consigues avanzar o que las cosas no funcionan, quizás el miedo te esté dominando, y no seas consciente de ello. Cuando el miedo nos domina, quizás no llegues a alcanzar tus metas, y sientes un gran malestar emocional, pero puede que jamás descubras por ti mismo, que estás siendo víctima de tus propios temores. A continuación, descubrirás como el miedo nos obliga a hacer ciertas cosas. Son en sí señales, que te ayudarán a identificar si tu vida está siendo dominada por el miedo o no. Y estás las describiremos a continuación.
Cuando el miedo nos obliga a ser perfeccionistas
Aunque se suele creer lo contrario, ser perfeccionistas no es una virtud, sobre todo cuando esta actitud va acompañada por niveles altos de ansiedad e intolerancia. Intentar hacerlo todo bien y perfecto, jamás puede llevarte a ser feliz y disfrutar del momento. Sólo te empuja patológicamente a obtener los mejores resultados.
Cuando el miedo nos domina, intentamos hacer todo correcto con tal de alejar esos temores. Pero no sólo no aleja el miedo de nuestras vidas, sino que aumenta irremediablemente nuestros niveles de estrés y de angustia. Ese perfeccionismo quizás no corresponda a un deseo de hacer las cosas bien, sino que pertenezca a un temor intenso a no ser lo suficientemente bueno, o incluso miedo a ser rechazado por los demás.
Cuando el miedo no nos permite asumir riesgos
Cuando el miedo nos domina, nos hace cautelosos, y temerosos de dejar atrás nuestra zona de confort. Todos necesitamos asumir ciertos riesgos para poder avanzar en nuestras vidas. La incertidumbre forma parte de ella. Pero el miedo nos empuja a estancarnos y quedarnos lo más quietos posibles, de ese modo tendremos la sensación de controlar los posibles peligros.
Pero no asumir riesgos, hace que no experimentemos la vida de forma completa. Creer que sin hacer nada estaremos a salvo, es sólo una fantasía. La vida es movimiento, y nosotros tenemos que movernos dentro de ella. Por tanto, debemos tratar nuestros miedos, y asumir ciertos riesgos si queremos vivir en plenitud.
Cuando el miedo hace que intentemos controlarlo todo
El miedo siempre creará inseguridad, y cuando ésta se apodera de nosotros, nos nace una necesidad imperiosa por controlarlo todo. De ese modo, tenemos la sensación de alejarnos de los posibles peligros que pueden acecharnos, y con ello bajamos nuestros niveles de ansiedad.
Pero como todos sabemos, hay cosas que no se pueden controlar. Es más, la vida no se puede controlar. Siempre habrá sorpresas y acontecimientos repentinos. Así que, es estéril intentar controlarlo todo. Debemos tratar nuestros miedos, porque no podemos vivir siempre en alerta.
Cuando el miedo nos impide comunicarnos
Las personas que están dominadas por sus miedos, también suelen cohibirse a la hora de comunicarse. Decir, que este tipo de personas, poseen una autoestima baja, y ello les impide expresarse de un modo directo y sin miedos.
Cuando el miedo nos domina, estamos preocupados por las opiniones de los demás. Nos aterra tener una mala critica u opinión. Por ese motivo, las personas temerosas, no son capaces de exponerse de un modo pleno. Suelen fabricar corazas emocionales que les permitan aislarse, y no tener que afrontar todos sus miedos.
SI somos incapaces de decir todo lo que pensamos y sentimos, nos anulamos. Dejamos de ser lo que somos, y nos volvemos prisioneros de los juicios que puedan hacernos los demás. No podemos renunciar a todo ello por intentar caer bien, y no exponernos libremente.
Cuando el miedo nos empuja a postergar
Cuando el miedo se hace dueño de nosotros, somos incapaces de hacer cosas, sobre todo si éstas son nuevas. El miedo a fallar o a errar, nos empuja a postergar nuestros asuntos y obligaciones. El temor nos hace cautos y expectantes a la hora de hacer según que actividad, y con tal de no afrontar nuestros miedos, vamos dejando de hacer las cosas que deberías realizar.
Sabemos que no podemos ir dejando asuntos pendientes de realizar. Así que, si nos dejamos llevar por nuestros temores, y postergamos todas las tareas, sólo conseguiremos que el miedo se haga más fuerte y resistente. De ese modo, será imposible afrontar todos nuestros miedos, y superarlos. Debemos actuar.
No dejes que tus miedos te dominen
Para poder afrontar y superar todos nuestros miedos, debemos tratarlos adecuadamente. Cuando un miedo nos paraliza, no nos abandonará sin más. Estará tan arraigado en nosotros que deberemos afrontarlo con ayuda profesional. Además, se requerirá tiempo y esfuerzo, pero podremos vencer todos nuestros miedos. Así que, si el miedo está dominándote, es hora de que tomes la firme decisión de afrontarlo. ¡Adelante!
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online