Nuestra Zona de Confort
La inmensa mayoría de personas nos comportamos de igual forma día tras día. Nos relacionamos con las mismas personas. Mantenemos los eternos hábitos y costumbres. Recorremos las mismas calles y lugares, etc. Son comportamientos que nos proporcionan cierta estabilidad y sentimientos de seguridad. Necesitamos tener la sensación de control de nuestras vidas y de todo aquello que nos rodea. Esa seguridad nos la proporciona aquello que ya conocemos y controlamos. Y es aquí donde caemos en la trampa de quedarnos permanentemente en nuestra zona de confort.
La zona de confort nos proporciona seguridad. Lo que sucede allí nos resulta siempre predecible y sin sobresaltos. Ello nos facilita nuestra existencia porque nos proporciona el control que todo ser humano necesita para huir de las posibles amenazas, que puede resultar cualquier novedad para nuestra estabilidad emocional.
Tener las mismas relaciones, las mismas amistades, los mismos ámbitos, y las mismas costumbres conforma nuestra zona de confort. Desenvolvernos en aquello y con aquellos que ya conocemos nos facilita todo. No hay sobresaltos, y todo se paraliza por conseguir la seguridad que tanto anhelamos.
Las personas que sobreviven inmersas y escondidas en su zona de confort suelen agobiarse fácilmente por el estancamiento de sus vidas. Pero temen tanto el cambio que no asumen riesgos. Solo son capaces de hacer frente a sus miedos, a sus demonios internos, mediante la motivación. Nos movemos si nuestra motivación es más grande que nuestros miedos. Solamente de ese modo, estas personas son capaces de salir de su zona de confort. La vida es un constante cambio y debemos estar preparados para adaptarnos a ellos. Todos tenemos miedo a los cambios, pero el ser humano está diseñado para moverse y cambiar. Debemos asumirlo interiormente y dejarnos llevar por la vida y las múltiples sorpresas que nos aguardan.
Cómo saber si estás en tu zona de confort
Las señales que nos pueden indicar que estamos anclados en nuestra zona de confort son:
- Constante sensación de aburrimiento.
- Falta de motivaciones.
- Sensación constante de cansancio.
- Sentimiento de infelicidad.
- Sin ilusión por nada.
- No sientes curiosidad por el mundo que te rodea.
- Constantemente piensas en cómo sería tu vida si fuese diferente.
Si has llegado a identificarte con las señales mencionadas, necesitas un cambio, y debes de realizarlo ahora mismo.
Cómo asumir riesgos necesarios
- Asume el miedo y supéralo. Cualquier cambio nos desestabiliza y nos da miedo. Asúmelo. Todos lo sentimos. Lo importante es que lo detectes y luches por superarlo. Un cambio siempre es positivo. Nos mueve de nuestro estancamiento. Si la experiencia luego no es tan positiva como debería ser, no te preocupes, al menos el cambio te ha proporcionado un aprendizaje para el futuro. Cuando el cambio se produce, el miedo va desapareciendo, y crece a su vez una sensación de satisfacción que es más duradera de nuestros temores.
- Prueba con un pequeño cambio al principio. Date la oportunidad de experimentar todo lo que conlleva cambiar. Piensa que si te arrepientes luego del cambio o no encuentras lo que esperabas, siempre puedes volver al punto de inicio.
- Planifica todo cambio. Piensa qué quieres conseguir y cómo quieres hacerlo. Planificar el paso a paso te ayudará a vencer el miedo que nos da la incertidumbre. Un camino trazado nos proporciona la seguridad que necesitamos para dar el primer paso.
- Pide ayuda. Hacer partícipes de tus miedos y de tu necesidad de cambio a aquellas personas que están a tu lado te ayudará a que los demás te entiendan, y sepan darte el apoyo que necesitas para realizar el cambio que tanto anhelas. No tienes por qué estar solo en ese proceso. Busca ayuda de los demás, y si lo necesitas también ayuda profesional. Toda ayuda es buena.
- Celebra cada cambio. Todo cambio es positivo, aunque su resultado no sea el esperado. Aunque los resultados no nos acompañen, al menos lo habremos intentado y debemos sentirnos orgullosos de ellos. De los cambios que no han salido como esperábamos se aprende, y mucho. Así que no te cortes y celebra como quieras cualquier cambio, sea positivo o no lo sea tanto. Has vencido a tus miedos y eso ya es un buen motivo para sentir orgullo por ti mismo.
- Ten confianza en ti mismo y el propio cambio. Cuando hemos tenido miedo hacia el cambio, después de realizarlo nos hemos dado cuenta de que nuestro miedo era injustificado. No tengas miedo a perder. Es inevitable, a veces fallamos, no somos perfectos. Ten miedo a estancarte.
- Haz los cambios que necesites y cuando tú lo necesites. No permitas presiones externas. Cada uno hacemos los cambios que queremos y a nuestro ritmo. Ni te compares con los demás, ni permitas que los demás te digan que debes hacer y cuando. Tú eres el dueño de tus cambios y de tus miedos. Reflexiona que cambios debes realizar y hazlo cuando te veas preparado.
Daniel Molina, Psicólogo Emocional Online